Las personas que se acercaron hoy hasta Morzine-Avoriaz podrán jactarse de haber presenciado un hecho nunca antes visto: Lance Armstrong perdiendo casi doce minutos respecto a los candidatos a ganar el Tour de France. A partir de ahora, después de que las cámaras se regodearon largo rato con su rostro agotado y sus heridas de guerra (de las varias caídas sufridas), se abrirán los debates sobre si hizo bien en emprender este retorno después de su heroica relación con el Tour y del podio que consiguiera el año pasado (algo que, desde acá, parece casi imposible de igualar). El hombre de acero, el guerrero de mil batallas, el héroe del olimpo, el semidios, el imbatible, y todos los adjetivos que se le quieran poner y se le han puesto a este extraordinario deportista, empezó a ceder en el primer puerto verdaderamente exigente de esta ronda gala, ante el ritmo impuesto por los corredores del equipo de Contador y a partir de ahí, no hubo manera de frenar la sangría.
Después, Schleck atacó faltando muy poco para el final y ni Contador, ni Evans, ni Basso, pudieron responderle, sólo Samuel Sánchez lo siguió y le disputó la que al final sería su primera victoria de etapa en una gran vuelta. Pero este gran triunfo del luxemburgués, que además le da muchísimo ánimo para lo que queda (y queda todo) y que parece asegurar definitivamente un duelo, Contador-Schleck, que definirá los próximos años de esta competencia y que estará entre los grandes de todos los tiempos, queda hoy en un segundo plano. La noticia del día es la gran derrota de Lance y la pregunta: ¿cuál será a partir de ahora su carrera? (me refiero a lo que queda del Tour). ¿Terminar ente los diez primeros? ¿Ganar una etapa? Ambas situaciones parecen muy difíciles desde aquí. Pero todavía falta muchísimo y capaz que el objetivo del tejano debería ser por ahora y simplemente: terminar. Terminar de terminar. Con lo que parecen disfrutar los franceses de su desgracia, tanto como sufrieron su gloria, da la sensación de que esta competencia se le va a hacer eterna. Espero que no sea así, para un guerrero de estos uno siempre espera un final más en alto, más alto que el Tourmalet.
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