viernes, 31 de diciembre de 2010

Un nuevo ejemplo de Eurocentrismo para terminar con el año.

"Hoy he ido por primera vez a la ciudad, he ido a El Calafate. Un largo recorrido en coche para, entre otras cosas, ver allí cómo está llegando ya la primavera. Golondrinas, chingolitos, chorlos y cotorras. También nubes y turistas. Las nubes han desembocado en una fina lluvia muy pasajera. Me he quedado consternado porque he comprado un periódico y he sabido de la tragedia de Atocha en Madrid. Un atentado con cerca de doscientos muertos." (Enrique Vila-Matas, Doctor Pasavento, p.284)

¿No les suena algo raro?

Sí, efectivamente, los atentados de Atocha ocurrieron el once de Marzo y, por esas fechas, la primavera sólo "está llegando" al hemisferio norte. Que yo sepa, y hasta nuevo aviso, en la Patagonia, donde se encuentra la ciudad de El Calafate, se aproxima el otoño.

sábado, 25 de diciembre de 2010

La navidad del Doctor Pasavento

"La vejez, vino a decirme, era en realidad ideal, porque en ella se alcanzaba una libertad que antes uno no tenía. Gran bocanada de humo después de decir esto. Rabia contenida, por mi parte... Decidí preguntarle si no le parecía una obscenidad insoportable ser feliz. Respondiéndome como si hubiera detectado el odio que en aquel momento le tenía y quisiera aumentarlo, me dijo que, con mi permiso y aunque fueran ya las cinco de la tarde, iban a seguir varias reflexiones más sobre la felicidad, la última de las cuales giraría en torno a la idea de que eran libres e insubordinados los años de la vejez. Dijo que el viejo en general es un verdadero hombre, porque sabe que es un hombre fuera de lugar, es alguien que llena de vida el espacio vacío de la vida y entiende el juego mejor que el jugador porque, al estar fuera de él, no está distraído por el esfuerzo al que está obligado quien participa en él.

(...)

"Soy viejo y veo acercarse la tan esperada disolución del yo. Me disolveré en medio del gran flujo de las masas de esta ciudad", dijo poco después de una forma un tanto pomposa. Brindamos por su desaparición, estábabmos ya los dos bastante borrachos, sobre todo él. Pedí más vino. Cuarta botella de Corvo, nos la bebimos entera, y luego hubo todavía una quinta botella, y después salimos a la calle.

En las avenidas de Nápoles, frío y aguanieve. Y yo con mi bufanda y mi jersey de cuello alto, caminante dominado por cierta zozobra, pero en el fondo sintiéndome bien acompañado por el viejo, que me seguía con paso firme aunque algo atolondrado por los efectos del Corvo. Pensé que aquellas avenidas, repletas de gente que paseaba después de la gran comida familiar del día de la Navidad, eran, efectivamente, un lugar perfecto para disolverse en el flujo constante de las masas, en el flujo feliz de todas esas oleadas incesantes de seres baldíos que, desde tiempo inmemorial, venían desde el fondo de los tiempos a morir sin cesar a aquella ciudad inmortal. Y, sin embargo, pensé, seguimos ahí esperando acontecimientos, no sabemos cuáles. ¿Esperaba algo yo? ¿Qué tenía que decirle a Mefistófeles? ¿Qué se me ocurriría pedirle a cambio, en el caso de que él apareciera?

Caminando entre la multitud, me hubiera gustado decirle a Morante que no había mejor escuela para educarse en la vida que proponerle a ésta incesantemente la diversidad de tantas vidas. Y decirle también que eso era algo que el viaje ofrecía, el viaje siempre inolvidable por las calles de Nápoles, siempre llenas de riadas de gente. Todo eso, un tanto confuso por los efectos también en mí de las botellas de Corvo, habría querido decirle a Morante, pero andaba él algo tambaleante y, sobre todo, ensimismado en la alegría que le reportaba su condición de viejo situado fuera del juego, escritor feliz y loco."

Enrique Vila-Matas, Doctor Pasavento, Anagrama, 2005,Barcelona,pp.138-139.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Robert Walser: El cuadro de Brueghel.


"Creo que apenas he de preocuparme por el significado de esta frase introductoria, pues voy a redactar una composicioncita, mínima y exigua, sobre un hombre prisionero, desnudo, del tiempo de Maricastaña.

¿Necesito mencionar la fecha, el siglo? ¡Como si esa mención tuviera importancia, fuese absolutamente indispensable! A mí, dicho sea de paso, me preocupa la pregunta casi aventurada, la trivial y sin embargo importante cuestión de palpitante actualidad de si le está permitido a un masajista besar a la mujer a la que tiene que frotar, casi modelar, con el objeto de hacer surgir por ensalmo la belleza. ¿No podría suscitar esto sorpresas, escenas teatrales, contrariedades de primer orden? “Se está usted propasando, hombre”, podrían decirle a un artista del cuerpo al que se le ocurriese traspasarla frontera de sus obligaciones, las normas de su profesión.

Pero volviendo a mi pobre hombre, está ahí completamente desnudo. ¿Puede hablarse en lo tocante a esta criatura de un desamparo sin parangón? Confío en que sí. Hoy el sol alumbra un día que puede calificarse de protección del lactante. Una niña, tierna como un capullo, me preguntó si yo tenía intención de hacer algo por esta motivación humana. ¿Podía negarme? Se me habría antojado imposible.

Un famoso poeta yace en forma impresa en el cajón de mi armario ropero junto a un trozo de pan comprado, y ahora mi boca, encierra una cualidad risueña de la que responsabilizo a mis progenitores, dice algo quizá muy singular: el prisionero sobre el que hemos llamado la atención estaba completamente aislado y de pie en una especie de caja o armario de hierro. En cuanto se permitía el menor movimiento, por leve que fuera , le pinchaban puñales cuyas puntas afiladas lo mantenían encerrado, constreñido, encajado. ¡Qué soledad entrañaba eso para él! Es casi imposible formarse una idea. El caso de este hombre, pobre de solemnidad, digno de lástima, era el siguiente: era culpable de algo; se hizo impopular en gran medida, y en castigo por este pecado languidecía ahora en una jaula de proporciones muy reducidas, en la que seguro que se encontraba incómodo hasta lo indecible.

Ayer disfruté de un editorial en apariencia excelente en el rincón de una taberna. ¿Me es lícito creer que también este artículo mío merecerá la nota de “excelente” con más celeridad quizá de lo que tardaría en presentarse un grupo de ciegos? Porque durante mi visita a una exposición de arte organizada en esta localidad me topé con un cuadro de Brueghel que representaba una escena de ciegos que apenas cabe imaginar más trascendental, asombrosa, profunda, reflexiva. Los ciegos mantienen una reyerta entre sí, se lanzan tales bastonazos unos a otros que da gusto verlos. Al mismo tiempo posee un alto grado de tragicomicidad, y es posible que este cuadro de ciegos fuera el más vigoroso de la exposición de pintura.

Todos somos ciegos en cierto sentido, todos, a pesar de poseer ojos con los que vemos. Una vez me encontré en no sé qué calle a un ciego en el que me llamó la atención sobre todo su calma, su ecuanimidad, valga la expresión, el aislamiento consigo y en sí, la aceptación de su destino. Así pues, en el cuadro de Brueghel la gente se zurra en sus valiosas y honorables cabezas. Eso sucede de noche en un pueblo plasmado de manera admirable. Se puede decir que a esa hora toda la humanidad duerme en sus aposentos y lechos, y en medio de ese silencio, de ese adormecimiento general esas gentes que vagabundean libran una pelea incomparable. Tierra agraciada por la luz, ¿qué eres? Gentes que habitáis esta hermosa tierra, ¿quiénes sois, de dónde sois oriundos, cuál es vuestra procedencia? En realidad ésta podría ser una pregunta banal, aunque suena bien.

¿Volvemos a apiadarnos ahora un poco de nuestro pobre hombre, mantenido, escondido en el cajón lleno de cuchillos y similares? Porque o vi de niño a ese hombre bueno, pobre de solemnidad, en la reproducción de alguna hoja denominada quizá “Arte para todos”. ¿No existía entonces, entre otras revistas, una titulada “De la roca al mar” que seguramente también seguirá floreciendo, amena, en la actualidad? Si se supone que ninguna mujer amable, bonita, se preocupaba de si el prisionero llevaba calcetines, o de qué le daban de comer, en esta pieza de total desamparo se apodera de uno una compasión que salta, canta y es en sí evidente. Querido lector, ¿no deberías tener motivo para mostrarte alegre, es decir, casi henchido de felicidad, primero por no tener que vagar por ahí ciego, y segundo, por no verte obligado a repartir estopa ni a recibirla, y tercero porque ningún puñal te cosquillee al menor movimiento? Es mejor que, en lugar de enfadarte por pequeñeces que te incomodan, pronuncies de vez en cuando una breve plegaria por los ciegos, y de vez en cuando pienses para provecho de tu espíritu en ese pobre hombre metido en el armario de hierro, antes de osar ser capaz, y serlo, de preocuparte por tu persona.

En lo tocante al masajista, pídasele que se comporte con prudencia.

Bellas mujeres adornan el paseo con su presencia, ¿y yo estoy aquí sentado, escribiendo?"

En "Ante la pintura. Narraciones y poemas" Siruela, 2009. Traducción Rosa Pilar Blanco.
La pintura que ilustra esta entrada no parece ser la que menciona el autor. El libro muestra una de un sucesor de Brueghel que no pude encontrar, y parece ser la referida por Walser.

¿Es necesario decir a quién recuerda mucho esta escritura? Un contemporáneo del autor, de iniciales F.K.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Alva Noto is playing at my house, my house.

Por la mañana Laura me escribe que nos han invitado a un recital de algo llamado poesía sonora.

Desconfío, el nombre me detiene: "Noves Experiències en la poesía sonora".

(La semana pasada fuimos a un recital de poesía asistida por computadora y ya tuve suficiente experimentación por un tiempo. En estos casos siempre recuerdo la famosa sentencia de Bourroughs: se llama experimental a una obra en la que el experimento salió mal)

Le digo que ni loco pero, al mismo tiempo, de todos modos hago clic en el link.

Descubro: se trata de Alva Noto, junto a un poeta francés llamado Anne-James Chanton y el guitarrista de la banda holandesa de The Ex.

Me encanta lo que hace Alva Noto. Soy fan.(Y otra cosa: el evento tendrá lugar en la esquina de mi casa. Literalmente).

¡Vamos!

Es uno de los acontecimientos más importantes a los que he asistido últimamente, durante más de cuarenta minutos interpretan un poema removedor (prometo escribir más seriamente sobre el hecho).

Después, mientras regresaba, caminando los escasos metros que me separaban de mi casa, pensaba en que nunca había soñado con ver a Alva Noto en vivo y de tan cerca. Me acordé de la famosa canción de LCD Soundsystem "Daft Punk is playing at my house".

viernes, 10 de diciembre de 2010

Salvador Espriu: Novas paraules d'augur.

NOVES PARAULES D'AGUR

Ni amb aquest cant de tan perfecta escola,
ni amb mots apresos al més savi lèxic,
ni amb rares pauses o subtils silencis,
no esgotaràs tots els noms de la mort.
Només recorda
que es diu vell caminant i també mur,
i com jo que parlo, i com tu que escoltes.
Després, si així ho vols i t'agrada,
vist que la lluna encara
surt puntual de la fredor del mar
i el vent, albardà foll,
xiscla i s'escampa per les seques vinyes,
et serà lícit de sentir-te culte
i, a estones, qui sap si felicíssim.



Nuevas palabras de Augur

Ni con este canto de tan perfecta escuela,
ni con palabras aprendidas del léxico más sabio,
ni con extrañas pausas o sutiles silencios,
agotarás enteros los nombres de la muerte.
Reucerda nada más
que se llama viejo caminante y también muro,
y como yo que hablo, y como tu que escuchas.
Después, si así lo quieres y te agrada,
visto que la luna aún
sale puntual de la frescura del mar
y el viento, albardán demente,
chilla y se esparce por las resecas viñas,
te será lícito sentirte culto
y, de a ratos, quién sabe si muy feliz.


Del libro "El Caminante y el muro" de Salvador Espriu.
La traducción es mía.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Acción residual de "Los pichiciegos" de Fogwill.

Ayer leí la aclamada novela "Los pichiciegos" de Fogwill, editada en España en febrero de este año (Editorial Periférica). Confieso que nunca la había leído, a pesar de su extendida fama, porque el título me resulta extremadamente desagradable. Sin embargo, impulsado creo por la reciente desaparición del autor y porque la vi en un anaquel de la biblioteca Jaume Fuster de Barcelona, me decidí, con no pocos prejuicios, a hacerlo. Me sorprendió "como un cross a la mandíbula", al decir de Roberto Arlt.

La lectura se hace, desde el comienzo, desenfrenada. Como si para leerla hubiese que contener la respiración para cruzar una piscina bajo el agua. Casi no podía detenerme a meditar qué era lo que estaba pasando a nivel textual, cuáles eran los mecanismos que empujaban la narración tan rápidamente hacia adelante. La trampa funcionaba a la perfección: apresaba. Mientras leía, pensaba que la historia, la anécdota del grupo de desertores en la guerra de Malvinas, era lo que cautivaba de ese modo, pero al terminarla me di cuenta de que, además, había otra cosa importante, la escritura de Fogwill, su estilo.

Recientemente leí sus cuentos completos, editados por Alfaguara en marzo de este año, y me sentí molesto por una forma "alocada" de escribir. Un discurso que corría, en cuanto a las formas o estrategias narrativas, sin aparente premeditación estructural. Como un caudal de historia que se le desbordaba al autor de las manos. Pero lo que en los cuentos me había parecido desafortunado, en el caso de "Los Pichiciegos" funcionaba a la perfección. Era como si el escritor, una vez sentado a narrar, hubiese terminado la novela al mismo tiempo que el lector, sin detenerse a evaluar.

Esa forma abrupta, me quedé pensando, más allá de la truculenta historia que se cuenta, es lo que convierte a la novela en un mecanismo que funciona tan bien, como lo pude comprobar en la misma madrugada de hoy. Dormí mal, tuve pesadillas, me desperté varias veces, amanecí cansado y con dolor de cabeza. Preguntándome por las causas de este comportamiento nocturno de mi cuerpo, entendí que los residuos de "Los pichiciegos" obraban en mí. Al leerla tan deprisa, como devorando el hambre de sus protagonistas, no existe el tiempo necesario para la digestión. Ésta ocurre después, en el inconciente callado, y los residuos que quedan se vuelven extremadamente perturbadores. Ahí está la magia del texto, su secreto.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Montale: Le rime.

Le rime sono più noiose delle
dame di San vincenzo: battono alla porta
e insistono. Respingerle è impossibile
e purché stiano fuori si sopportano.
Il poeta decente le allontana
(le rime), le nasconde, bara, tenta
il contrabbando. Ma le pinzochere ardono
di zelo e prima o poi (rime e vecchiarde)
Bussano ancora e sono sempre quelle.


Las rimas


Las rimas son más enfadosas que las damas
de San Vicente: tocan a la puerta
e insisten. Rechazarlas no es posible
y con tal de que no entren se soportan.
El poeta decente las aparta
(las rimas), las oculta, hace trampa, las mete
de contrabando. Pero arden las mojigatas
de celo y tarde o temprano (rimas y vejanconas)
tocan de nuevo y son siempre las mismas.

En Satura, Poesías Completas, p.460.
Traducción Fabio Morábito.

Montale a su mujer muerta.

Avevamo studiato per l'aldilà
un fischio, un segno di riconoscimento.
Mi provo a modularlo nella speranza
che tutti siamo già morti senza saperlo.



Habíamos ensayado para el más allá
un silbido, una señal de reonocimiento.
Intento modularlo con la esperanza
de que ya estemos todos muertos sin saberlo.


De Xenia I, en "Satura", Poesías Completas, p.419.
Traducción Fabio Morábito.

Montale: Il sogno del prigioniero.

Albe e notti qui variano per pochi segni.

Il zigzag degli storni sui battifredi
nei giorni di battaglia, mie sole ali,
un filo d'aria polare,
l'occhio del capoguardia dallo spioncino,
crac di noci schiacciate, un oleoso
sfrigolìo dalle cave, girarrosti
veri o supposti -ma la paglia è oro,
la lanterna vinosa è focolare
se dormendo mi credo ai tuoi piedi.

La purga dura da sempre, senza un perché.
Dicono che chi abiura e sottoscrive
può salvarsi da questo sterminio d'oche;
che chi obiurga se stesso, ma tradisce
e vende carne d'altri, afferra il mestolo
anzi che terminare nel pâté
destinato agl'Iddii pestilenziali.

Tardo di mente, piagato
dal pungente giaciglio mi sono fuso
col volo della tarma che la mia suola
sfarina sull'impiantito,
coi kimoni cangianti delle luci
sciorinate all'aurora dai torrioni,
ho annunsato nel vento il bruciaticcio
dei buccellati dai forni,
mi son guardato attorno, ho suscitato
iridi su orizzonti di ragnateli
e petali sui tradicci delle inferriate,
mi sono alzato, sono ricaduto
nel fondo dove il secolo è il minuto-

e i colpi si ripetono ed i passi,
e ancora ignoro se sarò al festino
farcitore o farcito. L'attesa è lunga,
il mio sogno di te non è finito.



El sueño del prisionero

Albas y noches, aquí, apenas se distinguen.

El zigzag de estorninos sobre los torreones
en los días de batalla, mis únicas alas,
un soplo de aire polar,
el ojo del guardia a través de la mirilla,
crac de nueces quebradas, un aceitoso
crepitar desde los sótanos, asadores
verdaderos o supuestos - pero la paja es oro
y la vinosa lámpara un hogar
si a tus pies me creo postrado cuando duermo.

La purga dura desde siempre, sin motivo.
Dicen que quien abjura y firma
puede salvarse de esta carnicería de gansos;
que quien se retracta, pero traiciona
y vende carne de otros,
sostiene el cucharón en vez de terminar
en el pâté para los Dioses pestilentes.

Lento de reflejos, llagado
por el punzante lecho me he fundido
con el volar de la polilla que mi suela
tritura sobre pavimento,
con los quimonos cambiantes de la luces
que al alba se derraman de las torres,
he olfateado el aroma a quemado
de las rosquillas de los hornos
y me he mirado en torno, he suscitado iris
sobres horizontes de telarañas
y pétalos en el entramado de las rejas,
me he levantado, he vuelto a caer
en el fondo donde el siglo es el minuto -

y regresan los golpes y los pasos
e ignoro aún si en el festín
haré de embutidor o de embutido.
La espera es larga y mi soñar contigo
no se ha acabado.

Último poema de "La tomenta y algo más", en Poesías Completas, Cículo de lectores, p.403.
Traducción Fabio Morábito.

Montale: Vento sulla mezzaluna.

______________________________Edimburgo

Il grande ponte non portava a te.
T'avrei raggiunta anche navigando
nelle chiaviche, a un tuo comando. Ma
già le forze, col sole sui cristalli
delle verande, andavano stremandosi.

L'uomo che predicava sul Crescente
mi chiese "Sai dov'è Dio?". Lo sapevo
e glielo dissi. Scosse il capo. Sparve
nel turbine che prese uomini e case
e li sollevò in alto, sulla pece.



Viento en la media luna
_______________________________Edimburgo

El gran puente no llevaba hacia ti.
Te habría alcanzado aun navegando
en las cloacas, a una orden tuya.
Pero mis fuerzas, con el sol en los cristales
de las verandas, se iban extinguiendo.

El hombre que predicaba en la Creciente dijo:
"¿Sabes dónde está dios?". Yo lo sabía
y se lo dije. Negó con la cabeza y se esfumó en el vórtice
que levantó casa y hombres
por los aires, sobre la brea.


De "La tormenta y algo más", parte IV, en "Poesía completa", p.343.
Traducción Fabio Morábito.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Montale: L'estate.

L'ombra crociata del gheppio pare ignota
ai giovinetti arbusti quando rade fugace.
E la nube che vede? Ha tanta facce
la polla schiusa.

Forse nel guizzo argenteo della trota
controcorrente
torni anche tu al mio piede fanciulla morta
Aretusa.

Ecco l'òmero acceso, la pepita
travolta al sole,
la cavolaia folle, il filo teso
del ragno su la spuma che ribolle-

e qualcosa che va e tropp'altro che
non passerà la cruna...

Occorrono troppe vite per farne una.



El Verano

Cuando el cernícalo fugaz los roza,
su sombra en cruz no inquieta a los jóvenes arbustos.
Y la nube, ¿qué ve? Tiene el venero
a flor de tierra tantas caras.

Tal vez en el plateado destello de la trucha
que va a contracorriente tú también
regresas, Aretusa, a mis pies,
muchacha muerta.

El hombro reluciente, la rodante
pepita al sol, la maripsa loca,
el hilo tenso de la araña
sobre la espuma enardecida-

y algo que va y demasiadas cosas
que no podrán pasar el ojo de la aguja...

Se necesitan demasadas vidas
para hacer una.

De "Las Ocasiones", parte IV, en Poesía Completa, Cículo de Lectores, p.259.
Traducción Fabio Morábito.

Montale: La casa dei doganieri.

Tu non ricordi la casa dei doganieri
sul rialzo a strapiombo sulla scogiera:
desolata t'attende dalla sera
in cui v'entrò lo sciame dei tuoi pensieri
e vi sostò irrequieto.

Libeccio sferza da anni le vecchie mura
e il suono del tuo riso non è più lieto:
la bussola va impazzita all'aventura
e il calcolo dei dadi più non torna.
Tu non ricordi; altro tempo frastorna
la tua memoria; un filo s'addipana.

Ne tengo ancora un capo; ma s'allontana
la casa e in cima al tetto la banderuola
affumicata gira senza pietà.
Ne tengo un capo; ma tu resti sola
né qui respiri nell'oscurità.

Oh l'orizzonte in fuga, dove s'accende
rara luce della petroliera!
Il varco è qui? (Ripullula il frangente
ancora sulla balza che scoscende...)
Tu non ricordi la casa di questa
mia sera. Ed io non so chi va e chi resta.



La casa de Los Aduaneros


Tú no recuerdas la casa de los aduaneros
en la saliente a pico sobre los escollos:
desolada te aguarda desde aquella noche
que en ella entró el enjambre de tus pensamientos
y se detuvo inquieto.

El viento todavía golpea los viejos muros.
y ya el sonido de tu risa no es gozoso:
la brújula se mueve enloquecida
y la respuesta de los dados nos confunde.
Tú no recuerdas; otro tiempo trastorna
tu memoria; un hilo se devana.

Retengo todavía un extremo; mas se aleja
la casa y sobre el techo la veleta
ennegrecida gira sin misericordia.
Retengo un extremo; pero tú estás sola
ni aquí respiras en la oscuridad.

¡Ah, el horizonte en fuga, donde se enciende
alguna vez la luz del petrolero!
¿El paso es éste? (En la roqueda abrupta
rompen las olas todavía...)
Tú no recuerdas la casa de esta
noche mía. Y yo no sé quién va ni quién se queda.

Del libro "Las ocasiones" parte IV, en Poesía Completa, Círculo de lectores, p.247.
Traducción Fabio Morábito.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Montale: ossi di seppia.

(...)

Digradano su noi pendici
di basse vigne, a piane.
Quivi stornellano spigolatrici
con voci disumane.

Oh la vendemmia estiva,
la stortura nel corso
delle stelle! - e da queste in noi deriva
uno stupore tinto di rimorso.

Parli e non riconosci i tuoi accenti.
La memoria ti appare dilavata.
Sei passata e pur senti
la tua vita consumata.

Ora, che avviene?, tu riprovi il peso
di te, improvvise gravano
sui cardini le cose che oscillavano,
e l'incanto è sospeso.


Ah qui restiamo, non siamo diversi.
Immobili così. Nessuno ascolta
la nostra voce più. Così sommersi
in un gorgo d'azzurro che s'infolta.



Las viñas bajas se escalonan
sobre la cuesta que desciende,
donde con voces inhumanas se oyen
cantar unas espigadoras.

¡Oh la vendimia del verano,
la torcedura en el curso
de los astros! -y de ellos nos deriva
un estupor teñido de amargura.

Hablas, y tus ascentos no distingues.
La memoria te aparece endeble.
Pasaste y, sin embargo, sientes
tu vida que se extingue.

¿Qué ocurrre ahora? Tu peso se te impone.
Las cosas que oscilaban de repente
gravitan otras vez sobre sus goznes.
Y el encanto se suspende.

Aquí permanecemos, ay, siempre los mismos.
Inmóviles, así, y no repara nadie
en nuestra voz. Hundidos en un vórtice
de azul que se hace más y más abismo.

Fragmento de "Marezzo", en Mediodías y sombras, Huesos de sepia (tercera parte), Montale, Poesía Completa, p.153.
Traducción Fabio Morábito.

Montale: ossi di seppia.

Dissipa tu se lo vuoi
questa debole vita che si lagna,
come la spugna il frego
effimero di una lavagna.
M'attendo di ritornare nel tuo circolo,
s'adempia lo sbandato mio passare.
La mia venuta era testimonianza
di un ordine che in viaggio mi scordai,
giurano fede queste mie parole
a un evento impossibile, e lo ignorano.
Ma sempre che traudii
la tua dolce risacca su le prode
sbigottimento mi prese
quale d'uno scemato di memoria
quando si risovviene del suo paese.
Presa la mia lezione
più che dalla tua gloria
aperta, dall'ansare
che quasi non dà suono
di qualche tuo meriggio desolato,
a te mi rendo in umiltà. Non sono
che favilla d'un tirso. Bene lo so: bruciare,
questo, non altro, è il mio significato.



Disipa tú si quieres
esta débil existencia plañidera,
como la esponja el trazo efímero
de una pizarra.
He de volver, lo sé, a tu círculo,
para cumplir mi travesía confusa.
Mi venida era testimonio de una orden
que se me olvió en el viaje,
estas palabras mías dan fe
de un suceso imposible, y lo ignoran.
Pero siempre que oí tu dulce
resaca en las riberas,
fui presa de un trastorno como quien,
perdida la memoria,
recuerda su país. Aleccionado
por el jadear apenas perceptible
de alguno de tus desolados
mediodías, no por tu abierta gloria,
me rindo a ti con humildad. No soy
más que la pavesa de un tirso. Bien lo sé: arder,
éste y no otro es mi significado.

De "Mediterráneo", en "Huesos de Sepia" (tercera parte), Poesía completa de Eugenio Montale, p. 110. Traducción Fabio Morábito.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Montale: ossi di seppia.

Tentava la vostra mano la tastiera,
i vostri occhi leggevano sul foglio
gl'impossibili segni; e franto era
ogni accordo come una voce di cordoglio.

Compresi che tutto, intorno, s'inteneriva
in vedervi inceppata inerme ignara
del linguaggio più vostro: ne bruiva
oltre i vitri socchiusi la marina chiara.

Passò nel riquadro azzurro una fugace danza
di farfalle; una fronda si scrollò nel sole.
Nessuna cosa prossima trovava le sue parole,
ed era mia, era nostra, la vostra dolce ignoranza.



Tentaban vuestros dedos el teclado,
leías en el papel los signos
imposibles; salía quebrado
cual voz acongojada cada acorde.

Supe que todo, en torno, se ablandaba
al veros impedida, inerme, ignara
del idioma más vuestro: tras los vidrios
lo murmuraba el mar iluminado.

Cruzó el recuadro azul una súbita danza
de mariposas; se estremeció el follaje.
Ninguna cosa próxima hallaba su lenguaje;
y era mía, era nuestra, vuestra dulce ignorancia.

Eugenio Montale, Huesos de Sepia (segunda parte), en "Poesía Completa", Círculo de lectores, 2006, p.89.
Traducción Fabio Morábito.

Eugenio Montale: ossi di seppia.

Spesso il mal di vivere ho incontrato:
era il rivo strozzato che gorgoglia,
era l'incartocciarsi della foglia
riarsa, era il cavallo stramazzato.

Bene non seppi, fuori del prodigio
che schiude la divina indifferenza:
era la statua nella somnolenza
del meriggio, e la nuvola, e il falco alto levato.



A menudo la pena de vivir he encontrado:
era el río que bulle en la estrechura,
era el enroscarse de la hoja
reseca, era el caballo reventado.

No conocí más bienes que el prodigio
que encierra la divina Indiferencia:
era la estatua en la somnolencia de la siesta,
y la nube, y el detenido halcón en las alturas.

De "Huesos de Sepia", en "Poesía completa", Círculo de Lectores, 2006, p.79. Traducción de Fabio Morábito.

Bernhard: Ungenach.

"Que la vida sea un diálogo es mentira, lo mismo que lo es que la vida sea realidad. Aunque no sea fantástica, es una desgracia en calidad de infamia, un período de horror que, más corto o más largo, se compone de producción de disgustos y melancolía... nada más que de miles de millones de causas de muerte, efectos de muerte... Tenemos que habérnoslas aquí con una monstruosa intolerancia para la creación, que nos deprime y nos amarga cada vez más y finalmente nos mata.
Creemos haber vivido y, en realidad, hemos muerto lentamente. Creemos que todo ha sido una lección, y sin embargo no fue más que una extravagancia. Miramos y reflexionamos y tenemos que contemplar cómo todo lo que miramos y lo que reflexionamos se retira, cómo el mundo, que nos propusimos dominar o, por lo menos, cambiar, se nos retira, cómo el pasado y el futuro se nos retiran, cómo nos retiramos de nosotros, y cómo , con el tiempo, todo nos resulta imposible. Existimos todos en un ambiente de catástrofe. Nuestra disposición es una disposición que tiende a la anarquía. Todo lo que hay en nosotros está continuamente bajo sospecha. Donde está la debilidad mental, donde no está, está la insoportabilidad. En el fondo, el mundo, desde dondequiera que lo miremos, se compone de insoportabilidad. El mundo nos resulta cada vez más insoportable. El que soportemos lo insoportable es la capacidad para el tormento y el dolor, durante toda la vida, de cada uno, hay en ello algunos elementos irónicos, idiotismo irracional, y todo lo demás es calumnia."

Más o menos así.

The Mountain Goats.
No children.


I hope that our few remaining friends
Give up on trying to save us
I hope we come out with a fail-safe plot
To piss off the dumb few that forgave us

I hope the fences we mended
Fall down beneath their own weight
And I hope we hang on past the last exit
I hope it's already too late

And I hope the junkyard a few blocks from here
Someday burns down
And I hope the rising black smoke carries me far away
And I never come back to this town again in my life

I hope I lie
And tell everyone you were a good wife
And I hope you die
I hope we both die

I hope I cut myself shaving tomorrow
I hope it bleeds all day long
Our friends say it's darkest before the sun rises
We're pretty sure they're all wrong

I hope it stays dark forever
I hope the worst isn't over
And I hope you blink before I do
And I hope I never get sober

And I hope when you think of me years down the line
You can't find one good thing to say
And I'd hope that if I found the strength to walk out
You'd stay the hell out of my way

I am drowning
There is no sign of land
You are coming down with me
Hand in unlovable hand

And I hope you die
I hope we both die

jueves, 2 de diciembre de 2010

Notas que suceden a la lectura de "Ungenach".

Recién terminé de leer el cuento "Ungenach" de Thomas Bernhard, publicado por Alianza en un volumen titulado "Relatos". Es un cuento excelente (he tenido suerte últimamente con lo que leo). Trata de la herencia. De lo que se transmite y lo que no se transmite. Un profesor de química austríaco de la universidad de Stanford, hijo de un rico terrateniente, "Señor" en el sentido medieval del término, tiene que hacerse cargo de las posesiones de su familia dado que su tutor acaba de morir y su hermanastro ha sido asesinado un año antes.

El profesor viaja a Ungenach, todo es una vasta propiedad suya, él decide donarla pero dividida, fragmentada.

Gran parte del cuento se compone de la conversación que mantiene con el notario de la familia, cuyo padre era notario de su padre y del padre de su padre y así sucesivamente. Se nos dice que habita una casa que tiene más de 500 años. (Se trata un cuento extenso. Algunos editores astutos de hoy podrían venderlo como novela)

Esa es la anécdota, el cuento es mucho más que eso. Sin embargo, todo eso más que el cuento es, yo no sabría expresarlo. Porque el cuento es, básicamente, la yuxtaposición de los elementos que permiten deducir lo anterior, pero que en cada lector obrarán de un modo diferente. Porque Bernhard no es un escritor que necesite que el lector mantenga esa comodidad burguesa del sentido lineal y del saber.

La lectura del cuento me ha sugerido algunas reflexiones improvisadas:

Es un error continuar narrando desde la premisa de la linealidad. Lo lineal no existe. Si no hay un fracaso en la entrega de la historia, ésta resulta tan inverosímil que se vuelve insufrible (en varios sentidos).

Es necesario tejer un macramé de promesa y decepción de modo que el lector tenga la sensación de que pronto se revalará lo que nunca se sabe, lo que es imposible de contar, la parte incomunicable, lo librado a cada uno. La herencia, lo intrasferible, lo que se dona fragmentado: la destrucción de la historia.

Atención: quien se pase con la decepción corre el riesgo de volverse Beckett.
Pero quien se pase con la promesa corre el riesgo de convertirse en Vargas Llosa. (Lo pongo así para hablar de escritores Nobel y para demostrar que la linealidad siempre fracasa y va de atrás para adelante y de adelante para atrás)

Lo no entregado es mucho más importante que lo que se entrega, pero esto va mucho más allá de la teoría del Iceberg de Hemingway, y no tiene que ver con ocultar una información para que el lector descubra, sino con exponer unas nociones que son imposibles de compartir. De dejarlas en el aire.

La artificialidad de la novela decimonónica es de una hipocresía insostenible.

Cualquier narración que no maneje estas coordenadas resulta de una puerilidad intolerable para todo ser humano que haya leído, por lo menos, a Faulkner.