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miércoles, 25 de enero de 2012

Adderley vs. Coltrane en Milestones.




Como todo el mundo sabe, Kind of Blue es un disco perfecto e incuestionable: sagrado. Por lo tanto, decir que el disco previo de Miles Davis, grabado un año antes en el mismo estudio de la calle 30 de Manhattan, es mejor sería una excentricidad ridícula. Sin embargo, se podría decir que Milestones es un disco más interesante. ¿Por qué? Porque allí está el germen de lo que luego sería el título más aclamado de la historia del jazz pero, a diferencia de su hermano más famoso, aquí todavía pueden percibirse los dos universos estéticos entre los que se debatía Miles (y no sólo él, claro): el hard bop, de donde venía, y el modal, hacia el que se dirigía. Más que en ninguna otra parte, creo, esto último es apreciable en el brillante duelo que se puede disfrutar entre dos colosos: Cannonball Adderley en el saxo alto y John Coltrane en el tenor, un duelo que alcanza su mayor altura en el tema que da nombre al disco. 

Pongámonos en situación: Miles se había liberado de Prestige, gracias a esas maratónicas sesiones que dieron los magníficos Cookin’, Workin’, Relaxin’ y Steaming, inauguraba contrato con Columbia y sabía que era la gran oportunidad de triunfar de verdad. Mantenía la base del conocido como “Primer quinteto” (Garland, Chambers, Jones). Sólo había sustituido a Coltrane, demasiado afectado por su adicción a la heroína, primero por Sonny Rollins, luego por Bobby Jaspar y finalmente por un tal Cannonball Adderley. 

En algún lado leí que la inclusión de Coltrane en las sesiones de Milestones no estaba realmente planificada; Miles se lo cruzó en el estudio y lo invitó a participar, celebrando su desintoxicación e inaugurando el sexteto. No he podido encontrar el sitio donde leí esto, así que es probable que lo haya inventado para agregarle condimento a la historia. En cualquier caso, estamos en febrero del 58 en Manhattan y hace un frío que congela los dedos. Adderley es un joven a quien Oscar Pettiford trajo de Florida, donde daba clases y dirigía una orquesta juvenil, hace tres años. Tiene 29 años, pero también tiene un disco como líder en Savoy (“Presenting Cannonball Adderley”) y un contrato para grabar otro (“Something Else”). Coltrane, que era un desconocido cuando empezó a tocar con Davis, se ha hecho un nombre entre lo más selecto del mundo del jazz. Y si no me creen, escuchen ese “Coltrane, Coltrane” dicho por Thelonius Monk para presentar su solo en “Well you needn’t” (el primer solo del disco Monk’s Music, de 1957). Acaba de sacar su Blue train en Blue Note Records hace unos meses. Tiene 31 años. Miles tiene la misma edad y su primera composición modal en el bolsillo. Un nuevo estilo que pone casi todo el peso de la música sobre las improvisaciones. En palabras del propio Miles: “No tienes que preocuparte por los cambios de acordes, el reto es ver cuán creativo puedes ser.” 

Es lógico pensar que Adderley se sintiese un poco intimidado. Ha vuelto el titular del quinteto, al que él remplazó, y es nada menos que John Coltrane. Pero además, el líder de la banda fomenta la competencia entre ellos, sabe que así sacará lo mejor de ambos. Se cuenta que, en la grabación de “Dr. Jackle”, mientras Adderley soleaba, Miles se acercaba a Coltrane para decirle que tenía que superarlo y, luego, mientras Coltrane soleaba hacía lo mismo con Adderley. 


En fin, están todas esas anécdotas y está la música, para que todos puedan sentirla. El solo de Adderley es el primero de la canción, comienza en el segundo 39, se extiende por un minuto y 20 segundos y es hermoso, preciso, melódico, estructurado, con momentos de su conocida dulzura, se ve que lo ha preparado a conciencia. Me gusta imaginar la sala, Adderley cerrando los ojos, sabiendo que Coltrane está detrás y que tiene esos pocos o muchos compases para mostrar lo que vale. Con toda esa presión suelta aquello. Hacia el final, incluso se permite citar “Fascinating Rythm”, o eso me suena a mí. Parece terminar con una leve sonrisa. Después de Miles, en el minuto 3 con 21 segundos viene Coltrane. Se dejan sentir los cambios que están ocurriendo dentro de él, vuela sobre la base, parece destrozar el tiempo de los otros, meterse en él y salir con un aire torturado, de persona ensimismada, como alguien que se recoge para dar un salto enorme.

Meses después de esta grabación, Miles cambiaría la base del sexteto (Bill Evans por Garland y Jimmy Cobb por Phily Joe Jones) y se irían de gira (aunque sin Coltrane). Y un año más tarde, en esa misma sala, producirían el milagro de Kind of blue. Pero aquí, en menos de seis minutos, ya todo está expuesto, puede escucharse y es grandioso, enorme, magnífico, de lo mejor a lo que un amante de la música puede tener acceso. 

viernes, 29 de julio de 2011

El disco de hoy: "Jazz in the garden" de Stanley Clarke Trio.

Alabado sea Stanley Clarke. Bajista de tanto talento que muchas veces lo malgasta.

¿Se acuerdan de School days? ¡Aquello era lo más! Yo tuve el vinilo en alguna época, es del 76, ¡el mismo año que el "Romantic Warrior" de Return to Forever! Cuánto te han robado, Stanley.

Bueno, después de aquellas obras maestras, Stanley abusó, para mi gusto, de su virtuosismo en reiteradas ocasiones, hasta llegar a aburrir un poquillo, como le ha pasado a tanta gente tan buena (incluyendo a Chick Corea). Pero atención, hablando de Return to Forever, Stanley Clarke se volvió a juntar con Lenny White y llamaron a esa pianista sorprendente que es Hiromi para grabar un disco que no es que sea nuevo (es del 2009), pero yo recién lo empecé a escuchar y es genial.

Decir que Stanley en el contrabajo es mejor que en el bajo eléctrico es una osadía imprudente para con alguien que, se supone, es el Jaco Pastorius del bajo con trastes. Pero la voy a cometer: me gusta más Stanley en el contrabajo que en el bajo eléctrico. Después, Lenny White, bueno, es Lenny White. A quien yo menos conocía de este trío era a la japonesa que es muy, pero muy, buena.

¿Que cuál es el mejor track? Yo qué sé, son todos buenos: el primero, "Paradigm Shift", un homenaje a Obama que supongo que habrá pasado un poco de moda visto lo visto (no por la música sino por el homenajeado), me encanta. Después la canción tradicional japonesa "Sakura sakura" es hermosa. Pero, quizá porque soy una persona anticuada, me quedaré con la versión de "Take the Coltrane" (Clarke y White solos en un duelo 5 estrellas, no, 6 estrellas), "Someday my prince will come" y, participando de esa moda de grabar canciones rockeras de los noventa, el último tema del disco "Under the bridge" (sí, aquella de los Peppers), con un arreglo de Hiromi precioso.

Bah, todos buenos. Un disco para escucharlo, escucharlo y volverlo a escuchar (yo estoy con él hace una semana, que no paro).

martes, 12 de julio de 2011

En el día de descanso, un disco para relajarse: Lee Konitz.

Durante bastante tiempo el disco "Alone Together" (Lee Konitz, Brad Mehldau, Charlie Haden, 1997) fue mi disco de todas las noches. Recuerdo que lo ponía en verano, con las ventanas abiertas, recién instalado en mi apartamento de la ciudad vieja de Montevideo y, como el sonido de Lee Konitz es tan vivo, las vecinas de abajo pensaban que yo tocaba el saxo. ¡Qué más quisiera yo! Tocar el saxo como Lee Konitz, con ese sonido un poco sucio, grueso, arenoso, que es uno de los mejores y más personales de la historia. Eso ocurrió en el siglo pasado.

En este siglo, yo ignoraba que ese disco tuviese una secuela. Pero la tiene y es esta: Another shade of blue. Grabado en vivo en el mismo lugar, California Jazz Bakery, aparentemente en la misma sesión de 1996, pero editada un año después, esta nueva colección de standars (más el tema de Konitz que da título al disco), es tan impresionante como su primera parte. Como aquélla, los tres maestros desmenuzan las canciones tomándose su tiempo (algo a contratiempo de nuestro tiempo), "deconstruyen" dirían los teóricos de la literatura y también Ferran Adrià, hasta dejarlas sobre una cama, con los huesos separados y pulidos uno a uno, pero no como lo haría un médico en una autopsia sino como lo haría un asesino enamorado de su víctima, con amor, con pasión, casi cariñosamente.

Y para mejor: tocan una de mis canciones preferidas, el clásico "Everything happens to me" (el solo de Mehldau es hermoso). Además: atenti a la versión de "What's new" teniendo en mente la de Coltrane en el disco Ballads.

Ideal para la reflexión en un día gris como hoy.

miércoles, 22 de junio de 2011

El disco de hoy: Tommy Flanagan "The Trio"

Decir que este es un disco de Tommy Flanagan es escatimar bastante talento a la identificación del disco, que no por nada se llama "The Trio" (tal vez el artículo tendría que ir todo en mayúsculas: THE trio). Precisamente por este motivo, quizás éste sea menos un disco de Flanagan que otros que grabó anteriormente con otros tríos (con Workman y Chamber, o Washington y Lewis Nash). Aquí, Tony Williams tiene mucho protagonismo en la batería y Ron Carter se roba la escena con el sonido de su bajo que lo ocupa casi todo.

Grabado el 16 y 17 de junio de 1983, en ningún lado se dice porque fue esta la única vez que se juntaron estos músicos. Tal vez la explicación tenga que ver con esa preponderancia que tienen los acompañantes por sobre el líder. Quién sabe.... A mí el resultado me encanta, más que nada por lo que hace Ron Carter; aunque estoy dispuesto a admitir que es un sonido que puede llegar aburrir si se escucha mucho.

Se trata de un set de 11 standards, la mayoría de ellos modernos, entre los que se cuentan "St.Thomas" de Rollins, el "Misterioso" de Monk, los "Milestones" de Miles o los "Giant Steps" de Coltrane, hay incluso un divertido "Moose the Mouche" de Parker. Además hay una composición original de cada miembro del grupo. Para mi gusto, se destacan la versión de "It don't mean a thing", "St.Thomas" y, cómo no, la mágica "Angel eyes".

Es un lindo disco para acercarse de un modo clásico a temas renovadores de la historia del jazz.

viernes, 17 de junio de 2011

El disco de hoy: "Kelly Blue" de Wynton Kelly.

Wynton Kelly tenía 28 años y era una nueva adquisición del conjunto de Miles Davis cuando, en 1959, grabó su tercer disco (segundo para Riverside). Lo escoltan sus compañeros del Miles Club, Jimmy Cobb y Paul Chambers, con quienes se percibe que había hecho muy buenas migas. También lo acompañan diez dedos urbanos y nocturnos, con mucho mucho mucho blues.

Las sesiones de grabación fueron dos y tuvieron lugar el 19 de febrero y el 10 de marzo de 1959. Es bueno recordarlo si pensamos en lo que se estaba cocinando en Nueva York: la primera sesión del "Kind of blue" fue el 2 de marzo. Por lo tanto, este trío de superdotados acababa de grabar "Freddy Freeloader" (es la única canción del disco de Miles en la que toca Kelly, en las otras figura un tal Bill Evans) hacía una semana cuando entraron en sala para terminar con "Kelly Blue". Lo digo por decirlo.

Además del trío de base, Bobby Jaspar, Nat Adderley y Benny Golson se lucen en flauta, trompeta y saxo tenor respectivamente, en "Kelly Blue" y "Keep it moving". Pero se lucen con tranquilidad, sin estridencias, enseñando todo lo que saben sin levantar la voz. Hacen de este un gran disco de jazz; del jazz de todos los tiempos. Un disco en el que uno no puede, ni debe, dejar de mover la cabeza de principio a fin (probablemente eso se deba al gran Paul Chambers y a Jimmy Cobb).

La versión de "Do nothing till you hear from me" es de antología (Chambers está que lo llena todo, clase de walking bass) y la de "On green dolphin street" arranca con algo que me hace acordar a oscar peterson y me hace sonreir, y sigue como si Oscar se hubiese tragado a Monk. Bueno, eso es un poco Kelly.

En resumen, Kelly es uno de los grandes grandes grandes pianistas, mucho swing, mucho mucho swing, en la época del Hard Bop y este disco es extremadamente disfrutable. Tampoco vamos a descubrir nada.

martes, 7 de junio de 2011

El disco de hoy: "Soul Station" de Hank Mobley.

Este es uno de esos discos que hay que tener. Un clásico de Blue Note Records y un disco con mucha clase.

Fue grabado el 7 de febrero de 1960 y no había en esa época muchos discos con un saxofonista y un cuarteto de base. De hecho, es la primera vez que Mobley aparece solo como viento (y creo que es la primera vez que se grabó un disco así para Blue Note), pero con qué acompañantes: Wynton Kelly en el piano y Paul Chambers en el bajo (a quienes conocía por trabajar juntos para Miles) y Art Blakey en la batería. Debía haber muy buen ambiente en el estudio ese día, porque todos se lucen, todo el tiempo.

Mobley tiene algo que me encanta: el swing sin stress. Toca como si no tuviera que demostrar nada emocionalmente, relajado, como si "sólo" con dejar oir su voz, esa voz tan cálida que parece provenir desde muchos años de fuego lento, bastara...

Y basta.

Pero además, supongo, esa relajación permite que sus compañeros se relajen también, se sientan cómodos y exploten. Como el solo de Blakey en "This I dig for You" o el de Kelly en "Remember" o en todos lados, Kelly es increíble, tiene tanto tanto blues en sus manos, tanta ciudad y tanta noche y tanto estilo, es uno de mis preferidos de todos los tiempos... Y luego Chambers, Paul Chambers, Paul "argamasa" Chambers, el hombre que mantiene todo eso pegado, junto, yendo irrefrenablemente hacia adelante.

Uf. Este es un disco de jazz. No importa si te gusta o no, no importa si preferís esto o aquello, no importa dónde estén situados tus gustos en el espectro de la música, este disco te pone en el lugar del jazz y te gusta. No hay un minuto malo, es un disco para escuchar y escuchar y escuchar entero una y otra vez.

El disco de hoy: "Blowin'session" de Johnny Griffin.

Dicen que el 6 de abril de 1957 Johnny Griffin y Hank Mobley iban a grabar un disco cuando se cruzaron, en el estudio de Van Gelder, con John Coltrane. Coltrane, que estaba terminado su vinculación con el "primer gran quinteto" de Davis ("Steaming" se graba entre mayo y octubre de ese año pero se supone que para abril la banda ya se había desmembrado en gran parte debido a los problemas del saxofonista con la heroina) y a punto de arrancar con Monk, aceptó la invitación a grabar con ellos. Los otros, los que rodean esta cumbre de saxos, son de lo más destacado del hard bop de la costa Este; Lee Morgan en trompeta, Wynton Kelly en piano, Paul Chambers en el bajo y Art Blakey en batería. Una verdadera selección nacional del Hard Bop, toda gente que se conocía de la banda de Miles, o de los Messengers o, incluso, de la banda de Gillespie .

El disco arranca de un modo vertiginoso, con una versión de "The way you look tonight" en la que los tres saxos están muy bien, sobre todo el líder; Blakey también se luce, aunque está claro que no hay demasiado espacio cuando esos tres nombres superiores de la improvisación están juntos en escena. Sigue una composición de Griffin, "Ball Bearing", otro standard "All the things you are" y otra composición de Griffin, "Smoke Attack". El disco tal vez no cumpla con la promesa de los nombres que lo integran, pero a mí me gusta pensar en que debe haber sido un día increíble en Nueva York, con todos esos jóvenes talentos tocando juntos durante un día. Es un gran disco. Sólo imagínense.

Y ahora imagínense más.

sábado, 28 de mayo de 2011

Goodbye Gil Scott-Heron.

"The Revolution wil not be televised". Murió Scott-Heron, un adelantado a tantas cosas. Tenía Sida hacía como veinte años y murió ayer de una enfermedad contraída en su gira europea.

La revolución seguirá sin ser televisada y si es televisada no será revolución, eso es seguro.

viernes, 13 de mayo de 2011

Swing, baby, swing.


Ayer fui a ver a Christian McBride. Se los resumo: nunca vi un bajista igual en mi vida (y eso que he visto a unos cuantos de diversas escuelas, desde Charlie Haden hasta John Patituci pasando por Toni Levin y su stick). Desde que pisó el escenario, en el breve recorrido en el que saludaba los aplausas, antes incluso de que tomara el contrabajo entre sus manos, había algo que se destacaba (más allá de su tamaño más propio de jugador de fútbol americano), algo inexplicable en la forma de caminar, de sonreir, de hablar, eso que en jazz se conoce como Swing.

Después, claro, agarra el bajo.

Juro que desde la primera nota que tocó hasta bastante tiempo después de terminado el concierto, tuve una sonrisa de idiota drogadicto en la cara. Años atrás, Fito Páez explicitó este fenómeno en una canción que tituló "Gente sin Swing", señalando a esa gente horrible que carece de eso que este originario de Filadelfia tiene para regalar: Swing.

De la banda (que por supuesto estaba a la altura de los acontecimientos), habría que destacar al vibrafonista, un tal Warren Wolf, Jr., nombre que todavía no tiene entrada en wikipedia pero que hay que recordar pues está llamado a ser uno de los grandes. ES uno de los grandes. McBride habló de que sacaría su primer disco en setiembre. Estaremos esperando. El baterista Ulysses Owens Jr. es también es digno de mención.

Hacía mucho que no veía un quinteto de jazz, me refiero al jazz ese que tiene swing y cómo lo disfrute, tendría que ocurrir más seguido. Es una gran terapia.

lunes, 4 de abril de 2011

Corriente y contracorriente.


Me encanta este video.

Más allá de la estética y la animación, que son muy interesantes, me encanta porque me hace pensar en lo fuera de lugar que se ve hoy el concepto industrial capitalista decimonónico de masividad o sociedad de masas. Lo antiguo que puede parecer, por ejemplo, el famoso anuncio de Macintosh "1984" (que es más o menos lo que se narra aquí) o una película como "Tiempos Modernos" de Chaplin (el título lo dice todo).

Todo ese mundo publicitario que tanto se alimentó en Hollywood del héroe que rompe las normas de la masa, uno de las historias que mejor nos han contado y que más nos hemos creídos.

Sin embargo, es un concepto manido, viejo, que ya no funciona tanto. Se ve obsoleto.

Por eso me gusta este video, porque se ve obsoleto.

Pienso que una obra de arte que pretendiera retratar la sociedad actual ya no podría sostenerse, por más de que la mayoría del mundo viva dentro de ese paradigma, en la corriente y la contracorriente.

Ya no hay corriente y por lo tanto no puede haber contracorriente. Este video me hace pensar en que es importante romper con eso si se quiere hacer algo nuevo.

Nada, tonterías.

domingo, 20 de marzo de 2011

El Boomerang de Manel: una historia que vuelve cada verano.

A quién no le ha pasado: es verano, el tío vuelve de un viaje exótico con un regalo extraño: un boomerang. La familia se ha reunido en casa de los abuelos para recibirlo, cuánta emoción al escuchar sus historias de tierras lejanas...

Después de comer, los más jóvenes vamos hasta la playa para probar el regalo del tío. Todo el mundo ha bajado a disfrutar de la cercanía del mar y a broncearse, también baja Vanesa, que es la más linda de todas. Tratamos una y otra vez de hacer volver el boomerang pero nada, se queda muerto entre las ramas. Vanesa se aburre. Hasta que, harto de vernos fracasar, llega el galán del pueblo. Es mayor que nosotros, "¡denme eso, manga de infelices!" dice y nos roba el artificio. Él tampoco puede hacerlo volver, a él también se le encalla entre los árboles, pero el problema es que nos damos cuenta de que, desde que él se hizo cargo del espectáculo, a Vanesa le ha cambiado la mirada.

Es una historia antigua, "parlo de temps, crec que era el juliol en què es va fondre l’Indurain/i vam maleir el danès i les rampes d’Hautacam" dice la canción de Manel. Si hemos de creerles, entonces aquello pasó el 16 de julio de 1996. Se disputaba la etapa número 16 del Tour de Francia, 199 kilómetros entre Agen y Hautacam, en los Pirineos. Fue un día importante para la historia del ciclismo, el día en que Indurain perdió toda esperanza de ganar su sexto tour consecutivo, el día en que terminó su reinado, el día en que Bjarne Riis aseguró su tour.

A continuación podemos ver los heroicos ataques del danés que hoy dirige al Saxo Bank (es decir a Alberto "solomillo de Irún" Contador). Diez años después confesó que iba pletórico de Epo, pero en aquella época los controles antidoping no lo detectaban, así que él pudo realizar esa proeza incomparable. Observen cómo se deja caer hasta el fondo del grupo líder para ver las caras de los rivales y después ataca, tres veces lo hace, mientras los otros, lo más selecto del ciclismo mundial (Tony Rominger, Jan Ulrich, Richard Virenque, Luc Leblanc, el mismo Indurain), no pueden más.



Es una historia antigua que, como el boomerang, vuelve a contarse una y otra vez cada verano. Me refiero a los adolescentes menos agraciados que se enamoran de la persona equivocada y sufren como nadie puede llegar a sufrir (también me refiero al doping en el Tour de France).

domingo, 27 de febrero de 2011

Y ya que estamos con Miles, un homenaje.

LA IGLESIA EN QUE SE GRABÓ KIND OF BLUE
(22 DE ABRIL DE 1959)
(1)

de los ruidos que se hacen en las grabaciones
del aire al disco como una red vacía
nos dejó pensando y sin aliento
la cantidad de años que vivió miles davis después de eso
haciendo el viaje largo, pueblo a pueblo
al final de la ruta en que se unen las manos con los labios y los grillos
que se divertían jugando en su garganta con la voz
como un pagano que reza contra el dios del enemigo blanco
emergieron sudando entre los altavoces nuestros
haciendo palidecer de espaldas a los ecos
que escuchaban alto los adolescentes que éramos
molestando a los vecinos y tú ahí
en la misma red vacía
con la misma edad desnuda
apoyada la respiración en unos avaros
deslizamientos de notas musicales
como un neruda gordo y comunista y viejo sobre un plato de comida
del aire al disco
en la calle 30 y en manhattan con bill evans
y coltrane
abriendo las ventanas enormes de una iglesia oscura
no para que entre la luz, eso no importa
para que salga la música



(1)- Como todo el mundo sabe, "Kind of blue" se grabó en dos sesiones (un total de 10 horas), una el 2 de marzo y otra el 22 de abril de 1959, en los estudios que Columbia Records tenía en la calle 30 de Manhattan en un edificio que antes había sido una iglesia.

jueves, 24 de febrero de 2011

El calentamiento previo al gran partido llamado Bitches brew.


Cuando George Wein contrató a Miles Davis para tocar en el festival de Newport del 69 pensó que iría con el denominado "segundo gran quinteto" (Herbie Hancock, Tony Williams, Wayne Shorter y Ron Carter) pero se equivocaba. Los que subieron al escenario de Newport fueron Chick Corea, Dave Holland y Jack DeJonhete (irónicamente Wayne Shorter, que tendría que haber estado se había quedado atascado en un jam pero de tráfico). Empezaba la era eléctrica: en febrero Miles había terminado de grabar "In a silent Way".

Acaba de salir un disco que recoge ese concierto (junto con uno del verano siguiente en Isle of Wight). En la entrevista a Wein que viene con el cd, éste cuenta que ese año tocaron en Newport, entre otros, Led Zeppelin, los Mothers of Invention, Jeff Beck, Jethro Tull y Ten Years After; es decir, la pesada del Rock'n'Roll. El famoso festival de Jazz se había transformado en un festival de Rock y Wein recuerda que muchos de los músicos de Rock no estaban precisamente contentos con ello. A Ian Anderson y Jimmy Page, por ejemplo, grandes amantes del jazz, les hacía muchísima ilusión tocar en el mítico Newport pero se daban cuenta de que ya no era el festival en el que Duke Ellington había hecho su aclamada aparición del 56. "¡Eh, es sólo otro festival de rock!" dice Wein que se le quejaban.

Sin embargo Miles Davis, un señor por lo menos 20 años mayor que todos los músicos de aquellas bandas (y que sus propios acompañantes), que en los festivales de jazz jamás se quedaba a ver los conciertos de sus colegas, no se perdió ni uno de los toques. Estaba robando municiones para la revolución que ya lideraba y que termninaría, al año siguiente, con ese golpe maestro que es "A tribute to jack johnson".

Lo que convierte a este disco, que arranca con la primera versión en vivo de "Miles Davis runs the voodoo down" (en la que yo, por lo menos, extraño mucho a Mclaughlin), en un documento fundamental es, justamente, que permite saborear los primeros sorbos de toda la potencia que estaba por desatar este gran estratega de la música en el que fuera su primer disco de oro. Recordemos que la sesión inicial de grabación del Bitches Brew fue el 19 de agosto del 69 (para hacerse una idea de lo hot que resultó ese verano, sólo hay que decir que fue el día después de que Hendrix cerrara el festival de Woodstock) y, por lo tanto, el toque en Newport (5 de julio) tiene lugar apenas un mes antes (y un mes antes también de que saliera a la venta "In a silent way" el 30 de julio).

La primera vez que escuché Bitches Brew fue gracias a mi tío, que acababa de volver del exilio en México y me prestaba todos aquellos discos de jazz-rock que estaban tan de moda entre los músicos uruguayos (con la Electric Band de Corea a la cabeza). Yo era muy joven y no entendí nada, mi sensibilidad llegaba hasta poder disfrutar con la Electric Band o Weather Report, o incluso con el "Tutu" de Davis, pero aquella orgía musical de poder inconmensurable era demasiado para mis oídos. Algo similar, supongo, le pasaría a los jazzeros que fueron aquel año a Newport. Para paladear este "Bitches Brew Live" en su total dimensión, quizás haya que tratar de ponerse en la cabeza de un tipo que probablemente lo último que había comprado de Miles era el "Nefertiti" y esperaba ver sobre el escenario a Hancock, Shorter, Carter y Williams con su sonido hard bop pero se encontró con aquello.

Es algo así como tener agendada una comida para tratar unos asuntos importantes con Luis XVI para julio de 1789 y, al llegar, descubrir que el cocinero es un tal Robespierre.

martes, 22 de febrero de 2011

Ok, hablemos del último de Radiohead.


"¿Escuchaste el último de Radiohead?" "¿Escuchaste el último de Radiohead?""¿Escuchaste el último de Radiohead?" Está claro que, a la hora de lanzar sus nuevos materiales, estos veteranos preinternéticos son de los que mejor aprovechan las nuevas tecnologías. Y yo, que también soy preinternético, superando la pereza enorme que me producía volver a la voz llorosa de Thom Yorke, con todas sus pulsiones de tarde lluviosa de domingo suicida de los 90, me dispuse a recorrer "King of Limbs" (ya todos saben que se puede escuchar gratis desde el viernes, por ejemplo aquí), sobre todo para tener una opinión objetiva.

Sin embargo, mientras lo escuchaba, me di a pensar en lo difícil que es tener una opinión objetiva con Radiohead. Con una música tan emocional, que exige una implicación tan alta por parte del escucha, siempre tuve la sensación de que "depende de cómo te agarre". Poco se podrá discutir, claro está, sobre la calidad (excelente) de discos como "The Bends" u "Ok computer”, pero por más buenos que sean, hay días en los que escucharlos (algo que en los noventas era obligatorio) se convertía para mí en una tortura. La apreciación musical depende tanto de factores anímicos que lo subjetivo pasa a tener un peso determinante en los criterios de evaluación. Es como si una masa confusa en forma de pelota de sonidos me empastara el cerebro y la comprensión.

Dicho lo cual, después de escuchar tres veces “The King of Limbs”, y cuando ya estoy hasta la madre (como dicen en México) de Thom Yorke, puedo decir con objetividad que el disco está bueno, algunos temas muy buenos. Eso sí, creo que no lo volveré a escuchar por un tiempo, un tiempo probablemente largo.

Quizás no tanto.

domingo, 30 de enero de 2011

Dice Tomatito.

"Yo nací en Almería, que es como nacer en el cielo, y Camarón me bajó a la tierra. Habiendo guitarristas en Sevilla, y en Cádiz y en Madrid, no sé cómo se fijó en mí, y me cogió con sus manos del cielo y me dejó así suavecito en la tierra. Yo siempre estaba a gusto cuando le tocaba a él. Y cuando le escuchaba a él, por muy mal que estuviera, yo perdía mi guitarra, me engloriaba de su música y me daban escalofríos."

(José Fernández Torres, "Tomatito", fue el guitarrista que sucedió a Paco de Lucía como acompañante de Camarón de la Isla. Lo hizo durante más de 15 años.)

martes, 25 de enero de 2011

El espejo: Cohen-Joplin frente a Onetti-Vilariño.

Una de mis canciones preferidas de Leonard Cohen (y de todas las canciones que se han escrito en general) es "Chelsea Hotel No.2". Sin embargo, siempre me costó tragar ese verso en el que comenta, al pasar y con una expresión de vulgaridad impropia para alguien tan elegante, cómo Janis Joplin le practica sexo oral: "Giving me head on the unmade bed".

Creo que alguna vez lo escuché, o leí, disculparse por aquella imagen y decir que escribió la canción estando "enojado" con Joplin (hay que considerar que la editó cuatro años después de muerta la cantante). Es obvio que todas las parejas (estables o casuales) del mundo tienen sexo oral, y no voy a ser yo quien lo censure, pero por algún motivo esas palabras en esa canción siempre me cayeron pesadas.

Estaba leyendo hoy algunos poemas de Idea Vilariño (Montevideo, 1920-2009) y, al encontrarme con "El espejo", me acordé del Hotel Chelsea. Pensé que probablemente el destinatario del texto fuese Juan Carlos Onetti y me pareció una situación refleja: la de los dos escritores famosos del sur y los dos cantantes famosos del norte. Está claro que la visión de la mujer montevideana es muchísimo más refinada, y sensual, que la del hombre canadiense (aunque su poema no me produce ni la tercera parte de satisfacción que me genera la canción). Veamos y compare el lector (aquí la canción de Cohen, la púdica televisión española traduce "giving me head" como "tu cabeza entre mis piernas", cuando debería ser "mamándomela" o algo similar):

"EL ESPEJO


Dejá dejame hacer le dice
y cuando inclina
cuando va a hundir el rostro suavemente
en la dura pelambre
en la oscura maraña entreverada
sobre la piel tan pálida
ve el espejo es decir ve en el espejo
una cabeza rubia -no- dorada
el pelo blandamente recogido
en un lánguido moño como si
fueran la cara el cuello la cabeza
de alguna delicada bailarina.
El espejo mirá el espejo dijo
y arrodillada hundió por fin el rostro
y le dejó que él viera la cabeza
dorada hundiéndose en el vello negro
y su cuello doblándose
tan armoniosamente tan hermosamente
dejó que él viera absorto enamorado
ese pedazo de su amor viviendo
encerrado en el óvalo de oro."

Para terminar de completar estas visiones especulares masculino-femeninas, podríamos recordar las palabras de Onetti en reportaje con María Esther Gilio (ya en Madrid), cuando, después de haber encontrado el libro que contiene este poema ("Poemas de amor", Montevideo, 1958) y de leerle otro texto allí incluido (el archirrecontraconocido "Ya No"), la periodista le pregunta:

-¿Por qué dice Idea que nunca sabrás quién es ella?
–No sé... Yo nunca sentí que ella estuviera enamorada de mí -responde Onetti.
–No entiendo, ¿cómo que nunca estuvo enamorada? ¿Y los poemas que te escribió?
–Yo no digo que no estuvo, sino que nunca sentí que estuvo. Yo creo que lo suyo es algo muy cerebral, intelectual.
–¿Nada más?
–También cama.


(Entre paréntesis: me imagino que no hace falta agregar eso de "nunca te escuché decir te necesito, no te necesito, te necesito, no te necesito, ni ninguna de las estupideces por el estilo").

jueves, 6 de enero de 2011

Fernando Cabrera, ¡gracias!



Fernando Cabrera es, tal vez, la voz con más personalidad que hay en Uruguay (se murió el Sabalero hace poco). Una voz valiente, en timbre y en poética, que, por lo mismo, genera un parteaguas estético. En efecto, podrá endiosarse u odiarse, pero nunca dejará de reconocerse. Y esa es, la de reconocer, la tarea que realiza en su nuevo disco ("Canciones Propias", Ayui, 2010- que compré en Montevideo cuando estuve allí), y por ello mucho hay que agradecerle. Porque además, lo hace en el momento en que es "reconocido" internacionalmente (que para los uruguayos suele ser Buenos Aires, y no es poco, ya era hora).

En un disco brillante (en los músicos -Herman Klang se suma en teclados a los de siempre: Gómez y Righi-, en los arreglos, en las interpretaciones pero, sobre todo, brillante por que echa luz), repasa un cancionero uruguayo sustancial que, me imagino, debe sonar desconocido para un extranjero (y hasta para algunos compatriotas). Allí están Ruben Rada, Gastón Ciarlo "Dino", Daniel Viglietti, Eduardo Mateo, Darnauchans, Estramín y el Sabalero pero también OSIRIS RODRÍGUEZ CASTILLOS (las mayúsculas son mías), Ruben Lena, Aníbal Sampayo y otros. Es decir, la voz de Cabrera toca las voces más representativas del campo y de la ciudad, de hoy y de ayer (más de ayer que de hoy) y al hacerlo, al insuflarles su "voz cantarina y parlante", las hace renacer.

Jaime Roos (otra voz uruguaya con mucha personalidad) hizo lo mismo hace una década pero con un resultado, me parece, menos afortunado. ¿Por qué? Porque los criterios estéticos de Roos eran más sesgados: se dedicó básicamente a la ciudad y a los congéneres. Cabrera, con su característica probidad, hace un trabajo más exhaustivo y serio, porque además, sobre todo poéticamente, su selección es más exigente (el excelente librillo que acompaña el cedé, con textos de Rubén Olivera, lo atestigua).

"Canciones Propias" anuncia desde el título su voluntad de tocar un repertorio que, en buena parte, desde la infancia, desde la escuela, desde el hogar, desde los discos de los padres, desde los festivales post-dictatoriales, todos (y me refiero a más de una generación) hicimos nuestro. Cierto es que la voz de Cabrera no es "bonita", no es meliflua, pero, por eso mismo, cuando se posa sobre un texto detiene al oído en cada palabra, lo rehace, y así, unos poemas cuya significación podía haber pasado desapercibida, por manida, para muchos (me incluyo, en algunos casos), vuelven a vivir, renacen, ingresan en nosotros de otro modo y se vuelven más nuestros. Nos enriquecen. "Canciones Propias" es un disco que nos hace más sabios, más ricos. Por eso, Fernando Cabrera, gracias, "méritos y merecimientos".

jueves, 16 de diciembre de 2010

Alva Noto is playing at my house, my house.

Por la mañana Laura me escribe que nos han invitado a un recital de algo llamado poesía sonora.

Desconfío, el nombre me detiene: "Noves Experiències en la poesía sonora".

(La semana pasada fuimos a un recital de poesía asistida por computadora y ya tuve suficiente experimentación por un tiempo. En estos casos siempre recuerdo la famosa sentencia de Bourroughs: se llama experimental a una obra en la que el experimento salió mal)

Le digo que ni loco pero, al mismo tiempo, de todos modos hago clic en el link.

Descubro: se trata de Alva Noto, junto a un poeta francés llamado Anne-James Chanton y el guitarrista de la banda holandesa de The Ex.

Me encanta lo que hace Alva Noto. Soy fan.(Y otra cosa: el evento tendrá lugar en la esquina de mi casa. Literalmente).

¡Vamos!

Es uno de los acontecimientos más importantes a los que he asistido últimamente, durante más de cuarenta minutos interpretan un poema removedor (prometo escribir más seriamente sobre el hecho).

Después, mientras regresaba, caminando los escasos metros que me separaban de mi casa, pensaba en que nunca había soñado con ver a Alva Noto en vivo y de tan cerca. Me acordé de la famosa canción de LCD Soundsystem "Daft Punk is playing at my house".

viernes, 3 de diciembre de 2010

Más o menos así.

The Mountain Goats.
No children.


I hope that our few remaining friends
Give up on trying to save us
I hope we come out with a fail-safe plot
To piss off the dumb few that forgave us

I hope the fences we mended
Fall down beneath their own weight
And I hope we hang on past the last exit
I hope it's already too late

And I hope the junkyard a few blocks from here
Someday burns down
And I hope the rising black smoke carries me far away
And I never come back to this town again in my life

I hope I lie
And tell everyone you were a good wife
And I hope you die
I hope we both die

I hope I cut myself shaving tomorrow
I hope it bleeds all day long
Our friends say it's darkest before the sun rises
We're pretty sure they're all wrong

I hope it stays dark forever
I hope the worst isn't over
And I hope you blink before I do
And I hope I never get sober

And I hope when you think of me years down the line
You can't find one good thing to say
And I'd hope that if I found the strength to walk out
You'd stay the hell out of my way

I am drowning
There is no sign of land
You are coming down with me
Hand in unlovable hand

And I hope you die
I hope we both die

viernes, 22 de octubre de 2010

Pa'l abrojal, con el sabalero.


Es probable que algo así sólo pueda pasar en Uruguay. Ómnibus de Cutcsa, la gente mira tímidamente para otro lado, una señora pregunta si la deja en Mercedes y Paraguay, mientras canta el Sabalero...

"la chamarra es pueblo
pueblo de verdad
nació en el baldío
bajo el abrojal..."

La chamarrita, sencilla, rítmica, alegre, es una de mis formas musicales predilectas y esta es una de sus más logradas composiciones.

Para que fuese perfecto, tendría que haber mangado para el vino (no es un chiste, lo digo en serio).

Al final, seductor consumado ("ni los años te cambian") le queda tiempo para tirarle los galgos a la única persona menor de treinta años que viaja en el ómnibus.

For export del Uruguay.