En este momento Alberto Contador y Mark Cavendish están rodando juntos en el apacible comienzo de la etapa de la alegría, los brindis y los saludos. Cavendish le va diciendo algo, Alberto sonríe. Al otro lado del español, a su derecha, va Petacchi luciendo su malla verde. La única emoción que le queda al día de hoy es, precisamente, el combate por esa malla.
Para eso falta un rato, una hora y veinte más o menos de camino hacia París. En los campos Elíseos, me parece, ganará Cavendish, el niño malo de la Isla de Man, su quinta etapa de este tour (algo que la mayoría de los grandes ciclistas no logran conseguir en toda una vida). Para quedarse con la malla verde, Petacchi tendrá que entrar entre los tres primeros, algo que parece, también, bastante probable. Habrá que ver que hace Hushovd.
Eso es lo que falta dilucidar, eso y qué pasó con lo que encontró la policía en la casa del italiano y que, sin embargo, no lo obliga a abandonar esta competencia como si ha pasado en otras oportunidades con otros ciclistas (no deja de ser extraño que un hombre de 36 años se quede con la malla verde que es la que requiere mayor explisividad en las piernas).
El equipo Astana va todo junto, Vinokúrov tira besos a la cámara. Cuando lleguen, a cada uno de ellos le tocarán unos 50 mil euros. Premio escaso, la verdad, si lo comparamos con otras competencias de primer nivel. Pero bueno, es el ciclismo.
Arstrong se cambia el maillot al costado del camino, tratando de no perder protagonismo en el último día de su larga historia en el Tour. Parece de mal humor, su legendario mal humor.
En otro canal, Alonso va detrás de Massa y Vettel está cada vez más lejos por detrás en la abudrridísima fórmula uno. Ups, Massa lo deja pasar a Alonso.
Es domingo.
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