Una nueva exhibición estéril de Alberto Contador, atacando a 92 kilómetros de meta (¡a sólo 10 de la salida!) y muriendo a poco de llegar a manos de un joven Pierre Rolland que no deja de sorprender. Quizás era la única opción que le quedaba, quizás lo hizo con la cabeza puesta en superar la enorme gesta de su rival generacional el día anterior (un ataque que sí dio sus frutos), o quizás haya sido un gesto más destinado a la televisión internacional y a los sponsors que a ganar el tour, un manotazo de ahogado.
Sea como sea, estas son el tipo de actitudes que el espectador agradece. Otra gran etapa del tour.
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