viernes, 15 de julio de 2011

¡Qué año para el Euskaltel Euskadi!

La cosa es así: me compro una Orbea y el Euskaltel no para de dar alegrías. Después de las dos etapas gloriosas en el Giro, Antón y Nieve, a cuál más espectacular, Samuel Sánchez consiguió ayer una victoria de esas que quedan en el recuerdo, en el épico puerto pirenaico de Luz-Ardiden.

La cosa tiene su gracia, además, porque fue en ese mismo puerto donde el equipo consiguió, hace una década, gracias a Roberto Laiseca, su primer triunfo en el Tour.

La cosa empezó bajando el Tourmalet. Esa máquina sobrehumana llamada Jens Voigt había hecho la selección subiendo la montaña mítica a un ritmo propio de los elegidos. En la bajada, vaya a saber uno por qué, Philipe Gilbert quizo probarlo y abrió varios segundos de diferencia. Samuel, que tenía en la cabeza esta etapa, aprovechó el movimiento y se fue para adelante aprovechando la generosidad del belga. Al empezar la subida lo esperaba Rubén Pérez, que había participado de la escapada buena del día. Cuando lo alcanzó, Pérez hizo un excelente trabajo para alcanzar a los fugados que quedaban (Jeremy Roy y un impresionante Geraint Thomas, quien después de una caída casi corona primero el Tourmalet). De ahí en más, no miró atrás.

Allí, atrás, venían los favoritos. Cuando la máquina Voigt no pudo más, Basso, a quien se ve bastante bien (o como siempre), mandó a Szymd a tirar (ese mismo pequeño polaco que destrozó las subidas para Nibali en la Vuelta a España del año pasado). El polaco hizo una buena selección y dejó todo en manos de los líderes que se miraron demasiado. Sólo Frank Schleck se vio con fuerzas para hacer un ataque de verdad y se fue a por la etapa. Pero ya era tarde. Samuel Sánchez le sacaba unos metros al final a Vanendert, su compañero desde el descenso del Tourmalet, y cruzaba con los brazos en alto la meta.

La cosa fue muy buena. Una gran etapa con un ataque valiente desde lejos, algo que siempre se agradece. Aunque los líderes sigan vigilándose demasiado.

La cosa sigue hoy con una etapa que termina pocos quilómetros después de coronar el Aubisque. Ayer se vio sufrir a Contador pero los Schleck no supieron sacar demasiadas ventajas de ese sufrimiento. Evans está ahí y se lo ve bien. Voeckler aguanta.

La cosa sigue.

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