Sorpresa de Evans, y no tanto.

Era el cumpleaños del ciclista más en forma del pelotón para carreras de un día, ese que no pierde nada desde el 14 de abril. Era un final parecido al de Huy. Era un terreno similar al de su Bélgica natal. Era un territorio cercano. Era un día lluvioso, como lo son casi todos ahí. Era el día de Philippe Gilbert.

Así lo entendían todos. Así lo entendía su equipo, el Omega Pharma Lotto, que mantuvo a los escapados a una distancia siempre constante de poco más de dos minutos (gran trabajo de Lang y Greipel). Sin embargo, en los últimos diez quilómetros el aire cambió. Algún Garmín apareció en la cabeza del pelotón, los BMC subían más de lo acostumbrado, HTC hacía lo suyo, incluso se vio a los Liquigas estar al frente.

Gilbert, como presagiando el final que tendría la etapa, fue quedando tapado por otros corredores. Pero al llegar el Mûr-de-Bretagne, "el Alpe d'Huez bretón" como le dicen, esos dos quilómetros finales en subida, Gilbert todavía contaba, paradojalmente, con el apoyo de su capitano Van den Broeck. Fue Alberto Contador quien le aguó la fiesta cuando parecían tener todo bajo control. El de Pinto hizo una primera selección que dejó a muchos atrás (incluyendo a Andy Shcleck, que no debe haber dormido tan cómodo esta noche), del mismo modo que había mostrado las garras en el Giro en la etapa de Tropea. Van Den Broeck se vio con fuerzas e intentó contraatacar, Gilbert trató de seguirlo y lo logró, pero para eso hizo todo el gasto estaba hecho, ya no le quedaba más aire en los pulmones. Cadel Evans vio el espacio y atacó, Contador tuvo una décima de segundo de hesitación que al final le costó el triunfo.

Se había hablado bastante de la preparación de Cadel Evans, el eterno candidato que nunca cumple. Se decía que este año sí se había preparado bien y llegaba en su mejor forma. Ayer confirmó estas apreciaciones, fue el único que le aguantó la rueda a Contador (que parece mostrar el mismo estado de forma que en Italia). Habrá que ver. Falta mucho para llegar al Galibier.