Son más que conocidas las desavenencias entre André Greipel y Mark Cavendish, ambos sprinters provenientes de la estructura del T-Mobile. Durante los últimos años, y sobre todo en el tour, el ciclista alemán se vio obligado a interpretar un papel de segundo orden en las llegadas masivas, detrás del astro británico. Este año, cansado de ver su brillo opacado, decidió cambiar de aires y se fue al equipo belga, Omega Pharma Lotto. Allí le deben haber prometido que sería el sprinter oficial para el Tour. Sin embargo, dada la temporada que estaba teniendo su compañero Philippe Gilbert y a partir de su victoria en la primera etapa, la cosa no parecía tan fácil. Hace unos días se mostró molesto por tener que trabajar para el belga en las llegadas masivas. Las promesas no se estaban cumpliendo, pero Gilbert está en la lucha por el maillot verde.
Ayer no fue tan distinta la cosa, en el puerto de cuarta categoría previo a la meta, los Omega trabajaron fuerte para dejar a Cavendish atrás y hacer posible la escapada de Gilbert. Sin embargo, la estrategia no funcionó y el pelotón, liderado por el equipo de Cavendish (HTC Columbia, el ex-equipo de Greipel) que preparaba su tercera victoria de la presente edición, cazó al belga que iba ya en solitario, a falta de dos kilómetros para la meta. Entonces ocurrió, cuando todo el mundo esperaba una nueva victoria de Cavendish, Greipel se buscó la vida, se soldó a su rueda y saltó con una potencia impresionante para vencer al británico en su propio terreno, un terreno en el que son pocos, muy pocos, los que logran derrotarlo. Imagino que así se habrán pagado varias deudas, o cuando menos habrán comenzado a saldarse. Por lo pronto, Greipel ya suma victorias en las tres grandes vueltas, algo que no muchos ciclistas pueden decir.
A lo lejos, se veía a Gilbert levantar el puño para celebrar el, hasta el momento, gran tour que está teniendo el equipo.
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