El lunes el Tour invitó a Kolobnev a retirarse a raíz de un positivo por hydrochlorothiazide, un diurético utilizado habitualmente como enmascarador de sustancias dopantes (también presente en antidepresivos), en la primera muestra de una prueba realizada el 6 de julio . En realidad el tour no puede expulsarlo porque ni siquiera se ha abierto la segunda muestra, pero conminó a su equipo, el Katusha, para que le aconsejase que renunciara. Cosa que el ciclista hizo, como había hecho, por ejemplo, el líder de la edición 2007, aquel danés que parecía un espectro en las montañas, ¿se acuerdan?
No sé si es necesario recordar que hay un corredor en la actual edición del Tour que el año pasado dio positivo por una sustancia, no ya enmascaradora sino directamente dopante. Un positivo que no se dio a conocer sino hasta algunos meses después y que todavía está por verse si es motivo suficiente para sancionar al corredor.
Está claro que para el circo del ciclismo no es lo mismos llamarse Kolobnev que Contador. Eso es lo que molesta más de todo este asunto del doping, el doble rasero.
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