A quién no le ha pasado: es verano, el tío vuelve de un viaje exótico con un regalo extraño: un boomerang. La familia se ha reunido en casa de los abuelos para recibirlo, cuánta emoción al escuchar sus historias de tierras lejanas...
Después de comer, los más jóvenes vamos hasta la playa para probar el regalo del tío. Todo el mundo ha bajado a disfrutar de la cercanía del mar y a broncearse, también baja Vanesa, que es la más linda de todas. Tratamos una y otra vez de hacer volver el boomerang pero nada, se queda muerto entre las ramas. Vanesa se aburre. Hasta que, harto de vernos fracasar, llega el galán del pueblo. Es mayor que nosotros, "¡denme eso, manga de infelices!" dice y nos roba el artificio. Él tampoco puede hacerlo volver, a él también se le encalla entre los árboles, pero el problema es que nos damos cuenta de que, desde que él se hizo cargo del espectáculo, a Vanesa le ha cambiado la mirada.
Es una historia antigua, "parlo de temps, crec que era el juliol en què es va fondre l’Indurain/i vam maleir el danès i les rampes d’Hautacam" dice la canción de Manel. Si hemos de creerles, entonces aquello pasó el 16 de julio de 1996. Se disputaba la etapa número 16 del Tour de Francia, 199 kilómetros entre Agen y Hautacam, en los Pirineos. Fue un día importante para la historia del ciclismo, el día en que Indurain perdió toda esperanza de ganar su sexto tour consecutivo, el día en que terminó su reinado, el día en que Bjarne Riis aseguró su tour.
A continuación podemos ver los heroicos ataques del danés que hoy dirige al Saxo Bank (es decir a Alberto "solomillo de Irún" Contador). Diez años después confesó que iba pletórico de Epo, pero en aquella época los controles antidoping no lo detectaban, así que él pudo realizar esa proeza incomparable. Observen cómo se deja caer hasta el fondo del grupo líder para ver las caras de los rivales y después ataca, tres veces lo hace, mientras los otros, lo más selecto del ciclismo mundial (Tony Rominger, Jan Ulrich, Richard Virenque, Luc Leblanc, el mismo Indurain), no pueden más.
Es una historia antigua que, como el boomerang, vuelve a contarse una y otra vez cada verano. Me refiero a los adolescentes menos agraciados que se enamoran de la persona equivocada y sufren como nadie puede llegar a sufrir (también me refiero al doping en el Tour de France).
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