jueves, 6 de enero de 2011

Fernando Cabrera, ¡gracias!



Fernando Cabrera es, tal vez, la voz con más personalidad que hay en Uruguay (se murió el Sabalero hace poco). Una voz valiente, en timbre y en poética, que, por lo mismo, genera un parteaguas estético. En efecto, podrá endiosarse u odiarse, pero nunca dejará de reconocerse. Y esa es, la de reconocer, la tarea que realiza en su nuevo disco ("Canciones Propias", Ayui, 2010- que compré en Montevideo cuando estuve allí), y por ello mucho hay que agradecerle. Porque además, lo hace en el momento en que es "reconocido" internacionalmente (que para los uruguayos suele ser Buenos Aires, y no es poco, ya era hora).

En un disco brillante (en los músicos -Herman Klang se suma en teclados a los de siempre: Gómez y Righi-, en los arreglos, en las interpretaciones pero, sobre todo, brillante por que echa luz), repasa un cancionero uruguayo sustancial que, me imagino, debe sonar desconocido para un extranjero (y hasta para algunos compatriotas). Allí están Ruben Rada, Gastón Ciarlo "Dino", Daniel Viglietti, Eduardo Mateo, Darnauchans, Estramín y el Sabalero pero también OSIRIS RODRÍGUEZ CASTILLOS (las mayúsculas son mías), Ruben Lena, Aníbal Sampayo y otros. Es decir, la voz de Cabrera toca las voces más representativas del campo y de la ciudad, de hoy y de ayer (más de ayer que de hoy) y al hacerlo, al insuflarles su "voz cantarina y parlante", las hace renacer.

Jaime Roos (otra voz uruguaya con mucha personalidad) hizo lo mismo hace una década pero con un resultado, me parece, menos afortunado. ¿Por qué? Porque los criterios estéticos de Roos eran más sesgados: se dedicó básicamente a la ciudad y a los congéneres. Cabrera, con su característica probidad, hace un trabajo más exhaustivo y serio, porque además, sobre todo poéticamente, su selección es más exigente (el excelente librillo que acompaña el cedé, con textos de Rubén Olivera, lo atestigua).

"Canciones Propias" anuncia desde el título su voluntad de tocar un repertorio que, en buena parte, desde la infancia, desde la escuela, desde el hogar, desde los discos de los padres, desde los festivales post-dictatoriales, todos (y me refiero a más de una generación) hicimos nuestro. Cierto es que la voz de Cabrera no es "bonita", no es meliflua, pero, por eso mismo, cuando se posa sobre un texto detiene al oído en cada palabra, lo rehace, y así, unos poemas cuya significación podía haber pasado desapercibida, por manida, para muchos (me incluyo, en algunos casos), vuelven a vivir, renacen, ingresan en nosotros de otro modo y se vuelven más nuestros. Nos enriquecen. "Canciones Propias" es un disco que nos hace más sabios, más ricos. Por eso, Fernando Cabrera, gracias, "méritos y merecimientos".

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