Como todo el mundo sabe, Kind of Blue es un disco perfecto e incuestionable: sagrado. Por lo tanto, decir que el disco previo de Miles Davis, grabado un año antes en el mismo estudio de la calle 30 de Manhattan, es mejor sería una excentricidad ridícula. Sin embargo, se podría decir que Milestones es un disco más interesante. ¿Por qué? Porque allí está el germen de lo que luego sería el título más aclamado de la historia del jazz pero, a diferencia de su hermano más famoso, aquí todavía pueden percibirse los dos universos estéticos entre los que se debatía Miles (y no sólo él, claro): el hard bop, de donde venía, y el modal, hacia el que se dirigía. Más que en ninguna otra parte, creo, esto último es apreciable en el brillante duelo que se puede disfrutar entre dos colosos: Cannonball Adderley en el saxo alto y John Coltrane en el tenor, un duelo que alcanza su mayor altura en el tema que da nombre al disco.
Pongámonos en
situación: Miles se había liberado de Prestige,
gracias a esas maratónicas sesiones que dieron los magníficos Cookin’,
Workin’,
Relaxin’
y Steaming,
inauguraba contrato con Columbia y
sabía que era la gran oportunidad de triunfar de verdad. Mantenía la base del
conocido como “Primer quinteto”
(Garland, Chambers, Jones). Sólo había sustituido a Coltrane, demasiado
afectado por su adicción a la heroína, primero por Sonny Rollins, luego por
Bobby Jaspar y finalmente por un tal Cannonball Adderley.
En algún lado
leí que la inclusión de Coltrane en las sesiones de Milestones no estaba
realmente planificada; Miles se lo cruzó en el estudio y lo invitó a participar,
celebrando su desintoxicación e inaugurando el sexteto. No he podido encontrar
el sitio donde leí esto, así que es probable que lo haya inventado para
agregarle condimento a la historia. En cualquier
caso, estamos en febrero del 58 en Manhattan y hace un frío que congela los
dedos. Adderley es un joven a quien
Oscar Pettiford trajo de Florida, donde daba clases y dirigía una orquesta
juvenil, hace tres años. Tiene 29 años, pero también tiene un disco como líder
en Savoy (“Presenting Cannonball
Adderley”) y un contrato para grabar otro (“Something Else”). Coltrane, que era
un desconocido cuando empezó a tocar con Davis, se ha hecho un nombre entre lo
más selecto del mundo del jazz. Y si no me creen, escuchen ese “Coltrane,
Coltrane” dicho por Thelonius Monk para presentar su solo en “Well you needn’t” (el primer solo del
disco Monk’s Music, de 1957). Acaba
de sacar su Blue train en Blue Note Records hace unos
meses. Tiene 31 años. Miles tiene la misma edad y su primera composición modal
en el bolsillo. Un nuevo estilo que pone casi todo el peso de la música sobre
las improvisaciones. En palabras del propio Miles: “No tienes que preocuparte
por los cambios de acordes, el reto es ver cuán creativo puedes ser.”
Es lógico pensar que
Adderley se sintiese un poco intimidado. Ha vuelto el titular del quinteto, al
que él remplazó, y es nada menos que John Coltrane. Pero además, el líder de la banda fomenta la competencia entre
ellos, sabe que así sacará lo mejor de ambos. Se cuenta que, en la grabación de
“Dr. Jackle”, mientras Adderley soleaba, Miles se acercaba a Coltrane para
decirle que tenía que superarlo y, luego, mientras Coltrane soleaba hacía lo mismo con
Adderley.
En fin, están
todas esas anécdotas y está la música, para que todos puedan sentirla. El solo de Adderley
es el primero de la canción, comienza en el segundo 39, se extiende por un
minuto y 20 segundos y es hermoso, preciso, melódico, estructurado, con
momentos de su conocida dulzura, se ve que lo ha preparado a conciencia. Me gusta
imaginar la sala, Adderley cerrando los ojos, sabiendo que Coltrane está detrás
y que tiene esos pocos o muchos compases para mostrar lo que vale. Con toda esa presión suelta
aquello. Hacia el final, incluso se permite citar “Fascinating Rythm”, o eso me suena a mí. Parece terminar con una leve sonrisa. Después de Miles, en el
minuto 3 con 21 segundos viene Coltrane. Se dejan sentir los cambios que están
ocurriendo dentro de él, vuela sobre la base, parece destrozar el tiempo de los
otros, meterse en él y salir con un aire torturado, de persona ensimismada,
como alguien que se recoge para dar un salto enorme.
Meses después de esta grabación, Miles
cambiaría la base del sexteto (Bill Evans por Garland y Jimmy Cobb por Phily
Joe Jones) y se irían de gira (aunque sin Coltrane). Y un año más tarde, en esa misma sala, producirían el milagro de
Kind of blue. Pero aquí, en menos de seis minutos, ya todo está expuesto, puede escucharse y es grandioso, enorme, magnífico, de lo mejor a lo que un amante de la música puede tener acceso.
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