Spesso il mal di vivere ho incontrato:
era il rivo strozzato che gorgoglia,
era l'incartocciarsi della foglia
riarsa, era il cavallo stramazzato.
Bene non seppi, fuori del prodigio
che schiude la divina indifferenza:
era la statua nella somnolenza
del meriggio, e la nuvola, e il falco alto levato.
A menudo la pena de vivir he encontrado:
era el río que bulle en la estrechura,
era el enroscarse de la hoja
reseca, era el caballo reventado.
No conocí más bienes que el prodigio
que encierra la divina Indiferencia:
era la estatua en la somnolencia de la siesta,
y la nube, y el detenido halcón en las alturas.
De "Huesos de Sepia", en "Poesía completa", Círculo de Lectores, 2006, p.79. Traducción de Fabio Morábito.
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