Acabo de leer un cuento excelente escrito por Ricardo Piglia. Se trata del que da nombre y remata el libro "Nombre Falso", editado por Anagrama en el 2002. Los cuentos que lo preceden en el volumen (más antiguos) son olvidables, al punto de que dudé en abandonar la lectura en varios momentos (si la edición hubiese sido más hostil lo habría hecho, pero no, era uno de los caros de Anagrama). Sin embargo, las palabras del autor en el prólogo me alentaban a seguir: "Empecé con la imagen de un tal Kostia que en el bar Ramos, de la calle Corrientes, se pasaba la vida contando anécdotas de Roberto Arlt. El relato de a poco se transformó en lo que ahora es. Estoy seguro de que es lo mejor que he escrito". Coincido con el autor, aunque no he leído todo lo suyo, estoy bastante seguro de que es de lo mejor que he leído en general.
Piglia inventa un cuento inédito de Roberto Arlt y le hace un prólogo donde relata cómo lo halló y las circunstancias un poco "detectivescas" que tuvo que afrontar para hacerse con el mismo. "Un crítico literario es siempre, de algún modo, un detective: persigue sobre la superficie de los textos, las huellas, los rastros que permiten descifrar su enigma. A la vez, esta asimilación (en su caso un poco paranoica) de la crítica con la persecución policial está presente con toda nitidez en Arlt. Por un lado Arlt identifica siempre la escritura con el crimen, la estafa, la falsificación, el robo. En este esquema, el crítico aparece como el policía que puede descubrir la verdad. Escritura clandestina y culpable, escritura fuera de la ley, se entiende que Arlt haya buscado que sus libros circularan en un espacio propio, fuera de todo control legal..."
Al terminar de leer el libro me di cuenta que la debilidad era su fortaleza. Todos esos cuentos previos anticuados, inmaduros, rígidos como un adolescente tímido que es invitado a su primera fiesta de quince y no sabe bien qué hacer, donde poner las manos, como caminar con el traje y la corbata que se ha puesto por primera vez, estaban puestos ahí para que, por contraste, el último resaltara más, se hiciera todavía más grande.
En la adolescencia y primera juventud fui un fanático de Roberto Arlt, este es un excelente homenaje. Me dan ganas de volver a leerlo.
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