domingo, 21 de noviembre de 2010

Omeros, Libro 5, Capítulo XXVI, Parte I.


¿Quién decreta una gran época? El meridiano de Greenwich.
¿Quién distribuye nuestro fervor, y en qué dirección se encuentra
nuestra esperanza? En los guijarros del tétrico Shoreditch,

en los dilatados anillos de la flor de hierro de Big Ben,
en las chalanas encadenadas al Támesis como nuestras islas.
¿Dónde está el trigo alquímico y la luz que arroja?

¿Dónde, en qué piedras de la Abbey, están grabados nuestros nombres?
¿Quién decide nuestro deleite? St. Martin-in-the-Fields.
Después de cada Michaelmas, su campanario de desgarradora soprano

decide nuestro deleite. ¿Dentro de la agradable bóveda de quién
habrá de resonar la letanía de los Santos de nuestros isleños?
El salero de St. Paul, cuando merezcamos esa sal.

Sé fiel a las inclinadas cruces de la muy tranquila Glen-da-Lough.
Sigue el corvo dedo del grajo hasta el granero cubierto de hiedra.
Tan negro como el grajo, procede de una buena familia.

¿Quién vocea nuestro precio? Los cuervos de Corn Exchange.
¿Dónde están las placenteras pasturas? El tapete verde de una mesa de juego.
¿Quién invierte en nuestra felicidad? El Viaje Turístico. ¿Quién ha de enseñarnos

una historia para la que nosotros también seamos competentes?
La vista desde el rojo autobús de dos pisos de la Bloody Tower.
¿Cuándo es nuestra prole una calamidad pública, como los gorriones?

Cuando chillan a los sinuosos cisnes de Serpentine. Los cisnes gozan
de protección real, pero ¿en qué manos se encuentran las negras
cochuras de nuestros niños? En el letrero de la señal, bajo las arpas

de los sauces, frente a la basura de Margate Sands. ¿Qué tiene todo esto
que ver con el precio del pescado, con nuestro salario
examinado de tanto en tanto a la luz de las tasas de interés por cajeros

del museo de cera? ¿Dónde está la luz del mundo? En National Gallery.
En Palladian Wren. En la City, que puede comprar y vendernos
los paquetitos de té removidos con nuestros cristales de sudor.

¿Dónde está nuestra paz sublunar? En esta falcada soberana
que monda la doradura de la silueta de cebolla de St.Paul.
Ahí está nuestra paz lunar; en el grano rutilante

del amontonado estuario, nuestro inmortal trigo iluminado por la luna,
la blanca vela coronando la paulataina ondulación de los Downs,
asustando en Salibury Plain a la liebre de los pilares,

afilando los visajes de pueblos con mercados de finos labios,
encalando las paredes de Brixton, oscureciendo el grano cuando lo cruzan
las sombras carbonosas. Un negro futuro, cuesta abajo, por una calle más negra.

Derek Walcott, traducción de José Luis Rivas.


Imagen: Observatorio de Greenwich (1675) obra de Cristopher Wren de clara inspiración "Palladiana". "Palladian Wren". Abajo, Catedral de St.Paul, también de Wren.


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