viernes, 26 de noviembre de 2010

Piglia: "Nombre Falso".

Un ejemplo extremo del mismo asunto se deja ver en un hombre como Máximo Gorki. Al comentar un congreso de “indigentes rurales” realizado Moscú en el año 19 señala que varios cientos de campesinos fueron alojados en el palacio de invierno de los Romanov. Cuando una vez finalizado el congreso estos hombres se marcharon se vio que no sólo todos los baños del palacio, sino una enorme cantidad de jarrones de Sèvres, de Sajonia y de Oriente habían sido empleados como orinales. Y no por necesidad, pues los excusados estaban en orden y funcionaba la canalización. No, este hecho vituperable fue la expresión del deseo de estropear, de deteriorar los objetos bonitos” (M. Gorki: Mis recuerdos de Lenin, p.24). Ni se le pasa por la cabeza pensar que los campesinos actuaban sin saberlo como críticos de arte, es decir, usaban los jarrones de Sèvres. Para Gorki los jarrones de Sèvres son sólo “objetos bonitos”, intocables, que todos deben “reconocer” y “respetar”. NO se da cuenta de que los tipos, al mear en los jarrones de Sèvres, adentro del palacio de los Romanov, niegan que la belleza sea universal, se oponen al hecho a la idea burguesa de una belleza que es más bella cuanto menos sirve (cuando no sirve para nada). Al usarlos de un modo tan “brutal” (tan poco estético) los campesinos buscan en el “objeto bonito” saber para qué sirve. La belleza es intocable: debe ser inútil. Ahí está todo el crimen: un crimen contra la propiedad (aunque no le guste a Gorki).

Aparecido en un cuaderno que Piglia le compró a un hombre que le alquilaba un galpón a Roberto Arlt en el que él investigaba para producir sus famosas medias de mujer engomadas que lo harían rico, p.119.

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