ayer de tarde, mientras hacía tiempo en la librería del fondo de cultura de miguel angel de quevedo, encontré una edición muy barata del libro "la feria" de juan josé arreola y, por algún motivo, la compré. una hora más tarde, en casa de eduardo milán, éste nos leyó un poema llamado "el espectro de la rosa", de un poeta nicaragüense de nombre julio cabrales (los nicaragüenses y los chilenos ya podrían empezar a regalar poetas a los demás países de américa porque la distribución es injusta). el poema, que habla de la vida de nijiinsky, es, no tengo dudas, de lo mejor que uno puede leer. el libro de arreola, por lo que llevo leído hasta ahora, lo mismo.
vale decir que, en el transcurso de dos horas, me fue dado descubrir dos obras que cambian, o aseguran, una forma de ver la creación literaria.
lo que son las cosas, uno se pasa los días en las labores que le valen el sustento, embruteciéndose a causa del contacto con gente obtusa, y en cosa de un par de horas, realiza un par de hallazgos fortuitos que lo enriquecen por todo aquel tiempo perdido haciendo pavadas.
la duda que queda es la de siempre, si uno no se gastara de una forma tan estúpida la vida, ¿haría estos descubrimientos más seguido?
1 comentario:
nunca se sabe lo que se puede encontrar y tambien las cosas mas aburridas a veces tienen lindas sorpresas
Publicar un comentario