Admiro a la gente que hace mucho con poco. Soy uruguayo y poco es lo que siempre tuvimos en ese país. En materia futbolística eso desemboca en un estilo más bien conservador, de destrucción, que nos ha dado no pocos buenos resultados a lo largo de la historia. Ejemplo de este criterio son la Grecia de Otto Rehhagel campeona de la Eurocopa 2004, el FC Porto 2003/04 de José Mourinho, la Italia de Marcelo Lippi en 2006 y, más recientemente, la selección uruguaya de Washington Tabárez. En todos esos casos, se debe reconocer el esfuerzo y la inteligencia: siempre es emocionante ser testigo de la consecución de tan altos reconocimientos con recursos tan (relativamente) escasos, ver cómo los "pobres" vencen a los poderosos.
Ahora bien, lo que no me parece admirable es que, teniéndolo todo, se juegue como si se tuviera poco, olvidando los medios y enfocándose exclusivamente en el fin. Sobre todo porque si todos hicieran lo mismo, el espectáculo que puede haber en un campo de fútbol se perdería.
Por varias razones relacionadas con el éxito a corto plazo, el club más poderoso del mundo apostó esta temporada por esa estrategia. Sus directivos realizaron una evaluación de las temporadas anteriores y extrajeron la conclusión de que la única forma de vencer al Barcelona (un proyecto a largo plazo) era apuntar a la destrucción de su juego. Con ese objetivo se contrató a José Mourinho como entrenador y se armó un equipo capaz de emplearse a fondo en tareas de destrucción (Khedira y Carvalho se sumaron a los ya existentes, que no eran pocos). También se trajo a figuras de gran velocidad que pudieran complementar el juego de contragolpe que define al portugués (Özil, Di María, Addebayor).
Todas esas personas llegaron al Real Madrid para ganar los tres o cuatro partidos que lo enfrentarían al Barcelona (al final serán cinco). Hasta ahora, el plan funcionó en una sola ocasión de las tres disputadas: la final de la Copa del Rey. Hoy se disputa el capítulo decisivo en esos duelos y se juega mucho más que un partido de fútbol. Se juega el que un estilo de entender al fútbol (al deporte en general), que premia la acumulación de estrellas a través del dinero, no ya, como era en la época de "los galácticos", para ganar jugando bien, sino para ganar a cualquier costo, siga adelante por quién sabe cuántos años más. Si el Madrid gana la Champions, Mourinho seguirá mucho tiempo como entrenador; si la pierde, tal vez se vaya al final de la temporada.
Yo creo que, como en la mayoría de los casos, el mal vencerá esta noche en el Bernabeu. Espero equivocarme.
2 comentarios:
Es lo que pasa con nacional y peñarol en el fútbol uruguayo. Muy bueno.
no estoy al tanto de lo que pasa ahora. pero recuerdo la época de Rivas y Gregorio Pérez ("el inventor del pase largo") y me estremezco.
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