Entre irreales tules, gaseosamente anida,
el lecho, un espejismo de Primavera inerte,
y es como una magnolia narcótica de vida,
que se abre bajo un blanco crepúsculo de muerte.
-En el tapiz de oriente, a la sombra de un dátil,
una pastora sueña con el alma inclinada,
sin mirar que a su vera, desde amable emboscada,
le insinúa una flecha el Arquero versátil.
Y suspira su canto: "Ven y rige la sonda
en el mar de mis penas; pon tu beso en mi herida,
húndeme tus desdenes, ¡y mi muerte tan honda,
te dirá, sin decírtelo, hasta dónde eres vida!..."-
¡Reposa, oh, Luz, resposa! ¡Pliega tu faz, mi Lirio!
No ha menester de Venus, filtros para vencerme.
Mi amor vela a tu lado, como un dragón asirio.
¡Duerme, no temas nada! Duerme, mi vida, duerme...
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