Hoy por la tarde, Alberto Contador va a ganar su segundo Tour de Francia. Cuando, hace dos años, ganó el primero, se veía ya despuntar al ciclista que iba a dominar las grandes vueltas en los próximos años. Después ganó el Giro y la Vuelta a España. Pero es en este Tour que Contador afirma que, en la próxima década, su nombre será el que más se escuche en las crónicas ciclistas del verano boreal.
Ayer, cuando Andy Schleck (que parece que será el Jan Ulrich de los próximos tours), lo atacaba con todo lo que tenía, una y otra vez, y otra vez, y Contador respondía siempre sin demostrar fatiga, con esa danza leve que practica sobre la bicicleta, como si esta fuera de papel y sus piernas el aire, nadie podía dejar de ver al nuevo Dios. Es que venía de ganar el jueves la contrarreloj individual y no hay que ser un genio para darse cuenta de que si alguien es bueno en la contrarreloj, ni siquiera tiene que ser el mejor, y es buen escalador, será muy difícil que pierda en el Tour. Eso era algo que siempre supo el Dios que desciende, Lance Armstrong.
Repasemos el último año de Contador porque da miedo. No pudo correr el Tour 2008 por el eterno tema del dopaje, en este caso por él, sino por su equipo (un tour que, da la impresión, hubiera ganado con facilidad). Pero, como si estuviera enojado, ganó el Giro de Italia en junio, fue a las Olimpíadas en Agosto y se quedó a ocho segundos del bronce en la contrarreloj, y en setiembre ganó la Vuelta a España. Y todo eso con los 25 años que tenía entonces. Hoy, con 26, estará, por segunda vez, en el lugar más alto del podio en París.
"Será una foto histórica" dijo el de madrileño. Todas las fotos en París son históricas, pero es cierto que su primer tour estuvo dentro de esos tres años de nadie, después de la retirada de Lance. Incluso la forma en la que él accedió al maillot jaune en el 2007, con la descalificación de Rassmussen, no es la que un competidor de su talla hubiera deseado. "Cuando uno gana quiere que los que están atrás de él sean buenos y con nombre" agregó con la consciencia que sólo tienen los grandes campeones, los que saben que lo importante no es vencer sino cómo se obtiene la victoria.
"Tuve que ganar dos tours, uno en la ruta y otro en el hotel" dijo ayer, al finalizar la etapa en el mítico Mont Ventoux, sacándose toda la presión de arriba y explicitando lo que todos suponíamos. Pero así tenía que ser, porque así se forjan los héroes del Tour. El domingo pasado en Verbier la llama sagrada del ciclismo cambió de manos cuando Contador atacó y ni Armstrong, ni nadie, pudieron seguirlo. Era la imagen que faltaba, la del retador que derroca al rey.
Ahora, Lance promete que armará su propio equio (Radioshack, al parecer) con Bruyneel y se preparará mejor para el 2010. Ojalá lo haga, ojalá pueda, porque de los que hay ahora, ninguno parece que pueda hacerle sombra a este español que estará, año tras año, protagonizando las crónicas periodísticas deportivas de cada mes de julio.
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