miércoles, 3 de junio de 2009

los clásicos siempre serán contemporáneos nuestros

y si no, un poema de villon para demostrarlo.

Balada

En rejalgar, en arsénico de roca;
en oropimente, en salitre y cal viva;
en plomo hirviendo, para consumirlas mejor;
en hollín y pez empapados de lejía
hecha de excrementos y orines de judía;
en agua que ha lavado las piernas de leprosos;
en raspaduras de pies y calzados viejos;
en sangre de culebra y en drogas venenosas;
en hiel de lobo, de zorro y de tejón,
sean fritas estas lenguas envidiosas.

En sesos de gato que odia pescar,
negro, tan viejo que no tenga un diente en las encías;
de un viejo mastín, que vale igual de caro,
rabioso, en la baba y saliva;
en la espuma de una mula asmática
bien troceada con buenas tijeras;
en agua en la que ratas zambullen morros y hocicos,
[igual que] ranas, sapos y alimañas peligrosas,
serpientes, lagartos y otros nobles pájaros,
sean fritas esas lenguas envidiosas.

En sublimado, peligroso de tocar;
y sobre el ombligo de una culebra viva;
en sangre que se ve seca en las bacías
de los barberos, cuando llega la luna llena,
y que una parte es negra y la otra, más verde que cebollino;
en pupas y tumores y en los sucios lebrillos
donde las nodrizas aclaran sus paños;
en los enjuagues de muchachas amorosas
(quien no me entiende no ha visitado burdeles),
sean fritas esas lenguas envidiosas.

Príncipe, colocad estos sabrosos trozos,
si no tenéis estameña, saco o tamiz,
en el fondo de unas bragas sucias;
pero, antes, en excremento de cerdo,
sean fritas esas lenguas envidiosas.

(Fuente: nuevaprovenza.blogspot.com)
(Traducción (muy buena): Carlos Alvar (1984))

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