Un equipo francamente mediocre como es la selección de fútbol de Estados Unidos, con jugadores toscos y con un manejo básico de los fundamentos técnicos en la mayoría de los puestos, tuvo dos partidos de brillante ordenamiento táctico y estuvo a punto de quedarse con la Copa de las Confederaciones. ¿Quiere decir esto que la Copa de las Confederaciones es un fiasco? No; quiere decir que en los torneos que se disputan a morir en un partido, no siempre gana “el mejor” (y si a alguno le genera alguna duda bastará recordar a la Italia del último mundial). Pero, a ver: ¿qué es: “el mejor”? ¿No será que “el mejor” es, siempre, el que gana? ¿O será que “el mejor” es , casi siempre, Brasil? Lo claro es que, cuando llegan esos partidos que hacen temblar las piernas, en un fútbol tan parejo, hay equipos que saben ganar, equipos que no saben y equipos que van aprendiendo.
Entre los que van aprendiendo: España. Hace varios encuentros, sobre todo desde la llave de la eliminatoria mundialista ante Turquía, venía yo pensando que iba a ser muy difícil que algún equipo le ganara. Tienen un volumen de juego, sobre todo en el medio campo, que pocas veces he visto, es muy difícil quitarles el balón, tienen un gran portero, una buena defensa (exceptuando, para mí, a Sergio Ramos) y atacantes contundentes: lo tienen todo. Llegaban a esta Copa como absolutos favoritos y comenzaron bien, con un cinco a cero. Siguieron a paso firme, casi sin despeinarse, durante la serie, hasta batir el récord histórico de partidos consecutivos ganados por una selección (15). Pero se encontraron con el equipo de Bradley en semifinales, en un partido que recordó mucho la llave Barcelona-Chelsea de la última Champions: un equipo dueño del balón, moviéndolo de un costado a otro de la cancha, y otro ordenado, sin permitir siquiera un remate claro al arco y contundente cuando se acerca a la portería rival.
En esos momentos que templan el carácter de un grupo humano, en cualquier disciplina, España, en esta ocasión, fracasó. No supo descifrar el esquema que le proponía su oponente, dio la sensación de que podían jugar una semana entera y los ibéricos no iban a poder vulnerar la portería norteamericana. Parece un cliché tonto pero es cierto: hay selecciones a las que les cuesta pasar de cierto nivel (por más que ésta ya haya ganado la Eurocopa). Hay otras, por el contrario, que están tan acostumbradas que parece que la tensión no afectará a sus jugadores.
Sí: me refiero a Brasil. Tuvo una primera fase de reparto de goles: cuatro a Egipto, tres a Estados Unidos y tres a Italia, nada menos. Cuando llegaron las semifinales, le ganó con lo justo a Sudafrica pero sin ponerse nervioso. Uno ve a los jugadores brasileros durante los partidos y percibe una sensación de superioridad, como si ellos supieran íntimamente que van a ganar, pase lo que pase, sea el minuto que sea. Una apreciación a todas luces subjetiva, pero que luego se trasforma, casi siempre, en resultados.
Para muestra, baste la final. Estados Unidos convierte a los 9 minutos y despliega su orden táctico, en un contragolpe fuliminante anota el segundo gol a los 27. Es decir que Brasil estaba en la misma situación que España había estado pocos días antes. La diferencia fue que Brasil sí llegó a inquietar al excelente portero Howard. Con grandes presencias como Felipe Melo, Lucio, Gilberto Siva, el inmutable Kaká o el goleador del torneo Luis Fabiano (1 gol por partido); con grandes ausencias como ese misterio llamado Robinho, que está ahí pero parece que no quisiera jugar, intentaron e intentaron, tranquilamente, hasta que en el segundo tiempo llegó el primero, después el segundo, después uno que el árbitro no quiso marcar y finalmente, cerca del tiempo extra, el de la consagración.
Conclusiones: qué difícil es ganarle a Brasil en un partido imporante, qué gran equipo tiene España, qué impecable trabajo táctico mostró Estados Unidos en sus últimos encuentros, QUÉ PAREJO ES EL FÚTBOL MUNDIAL ACTUAL y cómo pesan los más pequeños detalles: marcar primero, no cometer errores, aprovechar los del rival y los del árbitro. Nunca un equipo que ganó la Copa Confederaciones ganó después el mundial. Si me preguntan, sigo creyendo que España es la principal candidata para Sudáfrica 2010, pero mostró un flanco débil que muchos van a querer aprovechar.
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