yo, que de arte no sé nada, el domingo me fui al museu nacional d'art de catalunya. el recorrido en general está perfectamente estructurado para dar esa noción, tan interesante para mi gusto, de una HISTORIA del arte. en ese contexto, en esa profusión de imágenes y de nombres (sorolla, picasso, dalí, fortuny, mir, torres garcía, barradas, el greco, goya, velázquez...) lo que más llamó mi atención fue un trayecto, una distancia, o más bien, la diferencia entre dos puntos, entre varias distancias.
en la parte del "segle d'or espanyol", de la sección "renaixement i barroc", me encontré con una de las pinturas más impresionantes de todo el conjunto, me refiero a "la inmaculada concepción" de Zurbarán, una de las tantas versiones que pintó de ese motivo tan común para los españoles de la época (murillo, cano, pacheco, españoleto). estuve largo rato observándola (tanto que sentí que incomodaba a la guardiana): la virgen tiene un rostro hermoso, apacible y realista, si tenemos en cuenta el circo que la circunda: esas caras redondas de los querubes que la sostienen, esas nubes doradas que cuando forman su halo se convierten en cabezas como soles recién nacidos, esos ángeles desnudos con lirios y rosas y citas del cantar de los cantares, esos estudiantes pronunciando el ave maría que se eleva, que nos eleva... y ella ahí, en medio, como asumiendo su destino de pureza, sonrojada, sin embargo, permitiéndose el pintor, una mácula de rubor, ¿timidez de la madre de dios ante la magnitud de su destino?, que es, asimismo, otro símbolo, quizás el mayor, de su inocencia, en las mejillas que combinan con el color de la túnica.
un poco más adelante, en la sección "la pintura a itàlia al segle XVII. trobades nord y sud" me encontré con otra obra que me pareció, en varios sentidos, el opuesto de la anterior y por eso me detuve a observarla: "la sagrada familia" de matthias stomer. en el plano secular han pasado unos 6 años (según creo recordar, la de zurbarán es del 32 y la de stomer del 38) y en el plano bíblico ha pasado el tiempo de que naciera dios. no es mucho tiempo, en ninguno de los dos planos, y sin embargo vean cuántas diferencias.
el realismo, deudor supongo de rembrandt y con la luz de caravaggio, de la segunda se contrasta tanto con la magia de la primera que parecieran obras de momentos históricos muy distintos. la protagonista, que ahora tiene al niño en sus brazos y lo sostiene con candor se diría, es tan diferente en el segundo retrato: cuánto más humana, cuánto más cálida, cuánto más mujer. el niño parece alejarla con sus manos en esa manera de rechazar agobiada, impertinente, que tienen los bebés, tan distinta de la manera de los ángeles con las citas bíblicas. y por último, vean a josé de nazareth, tan humano, con una mirada que hasta se podría antojar embrutecida, despeinado, ilusionado. y la luz, aquella luz que doraba las nubes se ha convertido en el halo enrojecido de una pobre vela.
hice el recorrido de una a otra varias veces; cuarenta pasos en el museu nacional d'art de catalunya, los conté (para mayor inquietud de la celadora): tantas diferencias. antes de irme, volví y los caminé de nuevo, me fui pensando una cosa: zurbarán es mucho más célebre que stomer y su obra es una de las más promocionadas del museu, sin embargo, hay un detalle en la menos conocida de las dos pinturas que me hace quedarme con ella: el gesto del carpintero, tapando la vela para que no nos encandile su luz y podamos apreciar al niño. no es dios quien ilumina a su hijo, es un carpintero quien además, como buen protagonista barroco, tiene una conciencia del espectador tan sutil que me dieron ganas de ir al taller del maese stomer e invitarlo con unos vinos.
¿será que desde que murió dios, hace ya más de cien años, aquella magia ya no seduce tanto? ¿será que preferimos lo real, aunque se narren momentos mágicos? es algo que vengo pensando hace tiempo con respecto a los gustos y desde "el evangelio según jesucristo" de saramago, hasta "la pasión de cristo" de mel gibson, todo parece indicar que sí.
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