domingo, 19 de abril de 2009

diálogo entre dos mujeres, ya mayores y entradas en carnes, seguramente compañeras de trabajo y haciendo topless (escuchado en la playa)

- Después de leer a Gombrowicz nadie puede permanecer inmutable.
- Desde luego que no. ¡Oh no! Claro que no.
- ¿Estás de acuerdo?
- Por supuesto.
- Por ejemplo, ¿qué te pasó a ti después de leer a Gombrowicz?
- Para empezar tuve que hacer un esfuerzo muy muy grande para no matar a mi jefe de esa época, un tal Gómez. Para no ahorcarlo directamente sobre su escritorio, tenía una sonrisa tan desagradable, cómo te explico…
- Ajá, seguramente estabas leyendo “Cosmos”.
- Claro, claro, tirulirulirulá.
- Tirulirulirulá. ¿y qué más?
- Salí a caminar, no sé, cosas así, veía señales, pensé que iba a enloquecer.
- Quién no…
- ¿Y tú?
- Pues yo tuve que confeccionarme una nueva estética literaria.
- Claro claro, tirulirulirulá.
- Tirulirulirulá.
- ¿Y qué más?
- Todas las descripicones que había escrito en mi vida: a la basura. Simplemente dejaron de tener sentido, las cosas, las personas, todo, carecía del peso suficiente, eran entidades sin existencia, estupideces.
- Claro claro, tirulirulirulá, seguramente estabas leyendo “Pornografía”.
- Obviamente. ¿Nos damos un baño?
- Creo que el agua debe estar muy fría.
- Claro claro, muy friijilla, requete requete fría de frialdaditas.
- Mira a aquel tipo semidesnudo.
- ¿No te parece tiene demasiados pelos?
- Es que estaba pensando lo mismo, es sumamente desagradable, me recuerda a un perro con zarna, un perro sucio de todas las suciedades de la vida.
- Yo estaba pensando en que deberíamos depilarlo ya mismo.
- ¿Cómo podemos hacerlo?
- Lo seducimos, lo dogramos y paf, lampiñemosló como a una gallinita muerta de lampiñilandia dia dia dia.
- Tirulirulí
- Rulá!

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