sábado, 3 de noviembre de 2007
¡qué difícil debe ser cantar como serrat!
he andado muchos caminos, caído en muchas veredas, y en muchas partes he visto gente cantando canciones de sabina y de serrat. en bares de grandes capitales, en pequeños boliches de pueblos que sólo están en mapas muy minuciosos, en fogones de campamento, en playas de balneario; donde haya una guitarra alguien interpretará mediterráneo, o calle melancolía, o los cantares. es fácil cantar a sabina, todos podemos entonar más o menos "vivo en el número siete...", pero "a tus atardeceres rojos se acostumbraron mis ojos como el recodo al camino", es otra cosa. es muy difícil cantar como serrat.
un verano, hace casi veinte años ya, en punta del diablo, un tipo que estaba en la cabaña de al lado cantaba "mediterráneo" muy bien y yo me hice amigo para pedírsela una y otra vez. quizás porque en mi niñez se escuchaba religiosamente ese disco todos los sábados en casa. quizás porque fue la primera canción que me aprendí de memoria porque no podía creer la musicaliad de aquellos versos. me senté una tarde y la escuché veinte, treinta veces hasta saberla, leyendo la letra que estaba en el interior de un disco que tenía un atardecer en la tapa. hasta hoy la sé sin titubear, pero cantarla, eso es otra cosa. qué difícil debe ser cantar como serrat, tan difícil que ya ni siquiera él puede hacerlo.
eso lo comprobamos ayer. fuimos a verlo cantar junto al sabina. y fui porque alguien quería ir conmigo, si no, no hubiera ido. y no hubiera ido porque pensé que me iba a deprimir verlos viejos y convalecientes. pero valió la pena: la orquesta se había ensayado todos los hits. calle melancolía, los cantares, aquellas pequeñas cosas, penélope, lucía, mediterráneo, tu nombre me sabe a hierbas, señora, algo personal, para la libertad, no hago otra cosa que pensar en ti, por el bulevar de los sueños rotos (que tiene un sabor especial en méxico), ruido, más de cien mentiras, 19 días y 500 noches, peces de ciudad, contigo, noches de boda, pastillas para no soñar y hasta la del pirata cojo disfrazados de pirata, incluso se dieron el lujo de cantar una rumbita de peret.
entre canción y canción, además, los dos crooners se hacen bromas en prosa y en verso y todo mundo ríe. en definitiva más de dos horas y media de pura diversión, con toda la magia del café concert. ahora, lo que es música, música, música, esas interpretaciones que erizan la piel... bueno, esos eran otros tiempos. estos son dos grandes compositores que hacen lo que pueden a fuerza de oficio, mucho, mucho oficio. pero aquel sabina que terminaba borracho con un vaso de whisky en la mano y mucha mucha cocaína en su nariz cada concierto, aquel serrat al que le temblaba el corazón en la garganta que yo vi en mi niñez, esos no vinieron.
pero claro, no hubo una canción que quedara sin cantar, era como un jukebox, y fue una noche muy disfrutable. canté, canté mucho, canté todas las canciones. pero a mí, esas cosas tan preparadas en las que hasta los chistes están ensayados previamente, en donde no hay ni un mínimo lugarcito para la improvisación, me dejan con la sensación de que faltó algo, lo inesperado. me gusta lo inesperado porque si no, es aburrido. además, no podía dejar de pensar en la orquesta de raúl medina en el telecataplum de denevi.
sin embargo, menos mal que fui, porque fue una noche mágica de recuerdos y sonrisas. además, quién sabe, tal vez haya sido la última oportunidad de verlos cantar. aunque se los ve mucho mejor de lo que yo esperaba. están muy bien los muchachos (de todos modos, agradezco a dios que mi profesión no me va a obligar a andar dando saltos ante diez mil personas a los sesenta años). la última canción, si mal no recuerdo, fue "para la libertad", y se fueron cantando "porque soy como el árbol talado que retoño, aún tengo la vida". ojalá que así sea, por muchos años.
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