miércoles, 24 de febrero de 2010

Una fotografía.


La vi recién en Clarin.com, es una foto muy impresionante. Son dos hombres que acaban de conocerse. El de la izquierda tiene 32 años y es el hijo, el de la derecha, el padre. La madre, la que falta, fue secuestrada en 1977 con cuatro meses de embarazo y es una de las tantas desaparecidas argentinas. Están en una conferencia de prensa, sin embargo, los micrófonos están suspendidos, armas en reposo, como si a los protagonistas se les hubiera permitido un mínimo espacio de relajación, personas que acaban de hacer público el hecho de que no se conocen todavía pero tienen tanto que decirse, tantas preguntas que contestar el uno al otro, fuera de los micrófonos. Es este un momento en el que hablan las miradas.

Nadie podría dudar que se trata de padre e hijo: tienen los mismos ojos (incluso el izquierdo un poco más cerrado que el derecho), la misma nariz, la misma cara, aunque las orejas del hijo se abren un poco más. Sin embargo, el joven parece más joven de lo que es, y el "viejo", parece más viejo. Hay algo en las miradas, como de renacido en uno y como de cansado en el otro. Para uno se abre un nuevo mundo, un nuevo nombre, una nueva familia, una nueva vida; para el otro se cierra una etapa de muchos años de búsqueda ("Haber encontrado a Francisco es lo que tenía que hacer, por su madre que está desaparecida" dijo en la conferencia de prensa), se concreta una vieja esperanza pero, al mismo tiempo, vuelven una cantidad enorme de fantasmas (él escapo de la emboscada en la que fue capturada su mujer y huyó a Suecia). Su forma de mirar es la que más impacta. Está observando a la cámara, a nosotros, de frente, con algo de confusión, como ido, mientras el hijo mira a un punto en el costado. En sus ojos hay bastante emoción, algo de alegría pero también un poco de tristeza. La mano izquierda que apoya con levedad, con timidez, sobre el antebrazo de su hijo tiene un anillo que nos dice que ha rehecho su vida, han pasado muchos años, pero ese hijo suyo, será siempre el recordatorio de aquel día.

Pero ya, estos dos tienen mucho que contarse, dejémoslos en paz.

1 comentario:

quique dijo...

Genial. A mí me emocionó mucho esa foto y me la quedé viendo largo rato cuando salió en el Clarín.
Dice tantas cosas.