Hace algún tiempo, un amigo me contó de una foto, de los tiempos iniciales de la dictadura en Uruguay, en la que estaban retratados muchos niños pequeños hijos de presos políticos, en una parte abierta de un penal (creo que era Punta Rieles). Aquella foto era muy impresionante y yo escribí el siguiente texto que también aplica a la foto de recién.
cuando seamos viejos recordaremos
a los niños que nacieron en cautiverio
una mano pequeña saludando en la ventana
y el viento colándose por los cristales rotos
de libertad, punta rieles
o el cuartel de los blandengues.
fuimos a verlos cuando empezaba el invierno
tenían azules los cuerpos desnudos
y la señora que los hizo nacer
lloraba o se reía en una habitación contigua.
los niños que nacieron
en cautiverio no tenían lágrimas
abrían sus bocas pero estaban mudos o tal vez
nosotros fuéramos los sordos.
ahora que los niños ya crecieron
y tienen vidas propias que desconocemos
queda aquella foto en blanco y negro
postal de los paisajes que se prenden con la luz
de los recuerdos. y por eso cuando estemos en la época
de los cuentos que nadie quiere escuchar, recordaremos
esa causa que germina como el óxido en un marco de metal dejado afuera
las horas que los guardias dedicaron
y las que ocuparon en torturar a sus madres
la justicia, que es una letra más del alfabeto de los muertos
vendrá a posar su mano blanca
sobre nuestras frentes y las lágrimas
eso que parecía un mito con laureles
vendran a humedecer la tierra para que los niños
que nacieron cuando sus madres estaban tristes
y sus padres desaparecidos
se iluminen en nuestra memoria
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