viernes, 29 de enero de 2010

Toda esa basura al estilo David Copperfield.

Twitter explotó, los blogs ardieron, facebook se prendió fuego: había muerto J.D. Salinger a quien todos queríamos tanto.

J.D. Salinger, que era tan viejo y tan querido y tan lejano, que parecía que siempre iba a estar ahí.

¿Y por qué lo queríamos tanto?

Bueno, obviamente porque es uno de los escritores más importantes del siglo XX. Porque tiene esa famosa novela que todos los adolescentes deberían leer, me refiero al "Catcher in the rye". Porque tiene un cuento que, en mi humilde opinión, está entre los mejores de todos los tiempos (y muy arriba), me refiero a "Perfect day for banana fish". Porque nadie puede dejar de adorar a sus personajes, me refiero a Seymour Glass, a Buddy Glass, a Franny, a Zooey, a Holden Caulfield. Porque algo en el cariño que demostraba por los niños lo hacía enternecedor, aunque todas las noticias que llegaran de él lo describieran como un hombre atroz y salvaje. Porque parecía querer decir que el brillo que tienen los niños puede sacar lo mejor de nosotros que somos tan oscuros. Porque parecía entender eso.

Pero sobre todo, creo que lo que más nos seducía de él, lo que ponía su apellido entre las grandes grifas de la literatura universal, esas marcas que la gente utiliza en sus discursos aunque jamás haya tenido prenda suya entre las manos, como pasa con Kafka o con Rimbaud, es el enigma y el morbo. Nos encanta el misterio. ¿Por qué Kafka ordenó quemar todo? ¿Por qué Rimbaud dejó de escribir y se fue a traficar con escalvos y armas? ¿Por qué Salinger vivía escondido y era tan estricto con su vida privada? QUEREMOS SABER.

En un época en la que ser famoso es el objetivo de casi todos; una época en la que cualquier imbécil hace las estupideces más impensables con el único objetivo de salir en la tele, cuando el reconocimiento significa los millones de vistas que tiene tu video en youtube... Un personaje que tenía todas las credenciales para estar en todos los medios pero nunca lo permitió, un ser humano que protegía su privacidad a capa y espada, resulta heroico. Y es ese aspecto heroico de la vida de Salinger, lo que lo hace gigante, amable, amado. "All that David Copperfield kind of crap".

Hace unos años escribí un cuento que lo tenía como protagonista. Jugaba con su anonimato, con su famosa atracción por las jovencitas... Se llamaba “Toda esa basura al estilo David Copperfield”. Siempre pensaba en publicarlo antes de que Salinger muriera. Cada vez que me acordaba del cuento, pensaba en cuánto le quedaría al viejo de vida. Cuando me enteré ayer de lo ocurrido, mientras todos los lectores derramaban lágrimas, de un modo egoista, fue lo primero que me pasó por la cabeza: no llegué a tiempo.

De todos modos, para la literatura hacía tiempo que Salinger había muerto. Mentira, para la literatura, Salinger sigue igual de vivo que siempre, tal vez más.

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