sábado, 23 de enero de 2010

La cinta blanca


Me gusta ver cuando un artista SE CONSAGRA, esa expresión tan común en la prensa especializada. Creo que es el caso de Michael Haneke con "La Cinta Blanca", pero no voy a hablar de ética, de culpa y de todas las cosas de las que se habla en los reportajes sobre la película, me gustaría hablar de estética.

A ver, sabemos que no es su primera obra premiada, que ya había triunfado con "Caché" y "La pianista". Es cierto que esas dos películas, por lo menos, son grandes películas. Pero lo que uno percibe al ver "La cinta blanca" es que el escritor-director tiene todos los hilos en su mano y los mueve con destreza insuperable. Todo en la cinta blanca está donde debe estar para poner al autor en esa categoría de lo SAGRADO.

Pero ingresa allí de un modo poco habitual en nuestros tiempos, y es, lisa y llanamente, con la vieja estrategia de contar un cuento. Disfrutando del placer de narrar, y escuchar, una historia. Tan preocupados estamos por las estrategias de la ficción que cuando vemos una historia nos quedamos pasmados: esto era, claro, así se hacía antes. La máxima de Propp en la morfología del cuento "Juan sale al campo y encuentra la maravilla". Eso es.

Es una historia, la de la cinta blanca, que, a pesar de que ocurre en la época en que nacieron nuestros abuelos, hace menos de un siglo, nos llega como desde un extremo muy lejano. Esto se logra por la forma en la que está contada, por la perspectiva (la hermosa fotografía en blanco y negro también ayuda). Esa perspectiva que nos acerca la historia también nos distancia, la cierra como "obra de arte" y permite verla desde el lugar de espectador; ahí está ese universo, aquí estoy yo; eso es eso y esto es esto, ahora puedo responder las preguntas que me plantea.

En ese exclusivo territorio de hacer fácil las cosas difíciles es donde Haneke enseña su maestría: el punto de vista. Si "Caché" ya es un ejercicio interesante sobre el lugar desde el cual se mira (de hecho se podría decir que es una película sobre el punto de vista), aquí es donde la perspectiva alcanza, para mí, un grado magistral. Es lo que más me impresionó: desde dónde ve Haneke las cosas; no, perdón, desde dónde nos muestra las cosas. "No hay nada que explicar. Mi principio siempre ha sido hacer preguntas, presentar situaciones muy precisas y contar una historia para que el espectador pueda buscar las respuestas por sí solo. En mi opinión, lo contrario es contraproducente... Me parece que el arte debe hacer preguntas y no avanzar respuestas que siempre me parecen sospechosas, incluso peligrosas." Ha dicho en un reportaje reciente.

Podríamos hablar largo rato sobre la sociedad alemana en la que se gestó el nazismo, sobre la educación, sobre las perversiones, sobre lo público y lo privado... Pero, es tan fácil y tan difícil contar una historia, es lo más hermoso de todo.

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