sábado, 30 de enero de 2010

Con un lejano olorcito a buen salvaje en el cine repleto.


Oh, James Cameron,
viejo lobo de mar y tierra y espacio sideral
lo has hecho de nuevo. Tú,
que cuando la robótica
y la informática amenazaban el futuro
de la especie, confiaste en nosotros
los humanos,
y nos diste a John Connor para que venciera a Skynet,
que cuando el amor
se ahogaba entre los humos de Seattle
sacaste a Di Caprio del fondo de un mar congelado
con el calor de la voz de celine dion, y ahora,
que somos los hombres azote del mundo
y sus especies todas, nos traes
Pandora y sus habitantes Na'vi.
Y todo esto,
en 3d.

Sí, me armé de valor, me blindé contra las largas colas y las críticas y fui a ver Avatar. Salí del cine satisfecho. Fui esperando ver una basura aburrida y me di cuenta de que el bueno de Cameron no nos iba a hacer eso. El problema es, como siempre, pedirle peras al olmo. Avatar en 3d es un bonito espectáculo para toda la familia, con acción sin límites, paisajes de ensueño, piruetas circenses, animales exóticos, árboles mitológicos y unos seres ecologistas que ni siquiera Greenpeace se atrevería a soñar.

James, tuviste que venir tú para mostrarnos lo malos que somos y como destruiremos todo con nuestra malignidad. Hay, eso sí, un detalle que viaja del pasado y nos conquista, los Na'vi se parecen bastante, en sus costumbres de convivencia con los otros habitantes del planeta, a lo que sabemos de los mayas del período formativo y el clásico. Y si uno lee la "Brevísima relación de la destrucción de las Indias", aquellas masacres se parecen bastante a estas matanzas. Claro que Fray Bartolomé de Las Casas no tenía 3d, y los mayas no tuvieron ningún avatar que los ayudara. Esas cosas siempre pasan en el cine.

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