la pérdida subyuga. alguien pierde a su pareja, alguien pierde a un familiar, alguien pierde el trabajo; todos se sienten atraídos, incluyendo al damnificado. la pérdida provoca algo que tiene que ver con la piedad pero es un sentimiento que va más allá de eso y crece hasta volverse admiración, incluso envidia. ¿quién no ha querido alguna vez ser un perdedor? aunque sea por un tiempo. dejarse estar, vivir en el desorden y la suciedad, darse a la bebida o a otro tipo de drogas, escuchar a tom waits. se podría llegar a pensar que la derrota atrae tanto o más que la victoria.
los artistas de los siglos diecinueve y veinte han sabido explotar esa sensación en sus obras y, muchas veces, también en sus vidas. la decadencia empezó a pagar, creo yo, a partir de la segunda mitad del siglo XIX. arbitrariamente, muy arbitrariamente, podríamos tomar la muerte de poe en 1849, y el rescate que de él hace baudelaire, como el inicio de este declive. el romanticismo, por supuesto, tiene mucho que ver con esto y la ola de suicidios que provocó el joven werther no debería ser obviada, pero nadie podrá discutir que goethe era un triunfador y el escritor de boston todo lo contrario. esas figuras torturadas cuya cumbre es bukowski, vida y obra, son un éxito lisa y llanamente porque la pérdida subyuga.
ahora bien, ¿cuál es el atractivo? ¿por qué nos regodeamos en el llanto? ¿por qué cuándo extrañamos a nuestro país ponemos música típica de la patria y lloramos? ¿por qué cuando extrañamos a alguien miramos fotos, leemos cartas y lloramos? ¿por qué? será como dice páez que "lo que perdemos lo volvemos a amar".
yo creo que tiene que ver con el hecho de que todos somos perdedores en potencia. estamos al borde de un precipicio constante y cuando vemos al perdedor, inmediatamente nos reflejamos. quizá sea raymond carver quien mejor ha explotado esa susceptibilidad.
pareciera como si nosotros, los seres humanos mediocres, vivieramos en una ladera entre dos polos, el de la pérdida y el de la ganancia. la ganancia está en la cumbre, la pérdida en la base. por momentos intentamos, con más o menos fuerzas, con mayor o menor precisión, trepar hasta la ganancia, pero nos cansamos y nos dejamos ir hacia la pérdida, resbalamos gustosamente. también es cierto que a veces alguien nos empuja hacia abajo y otras, muy pocas, alguien nos tira una soga desde arriba. el caso es que todos hemos llegado a lo más bajo alguna vez y, aunque parezca un contrasentido, desde el paroxismo del sufrimiento, nos sentimos bien. generamos lástima, una usina de dolor en la que el otro quisiera estar. aunque todos digan que no quieren lástima, se produce un exhibicionismo del dolor que a eso apunta. es muy poca la gente que no vaya enseñando sus grandes pérdidas como trofeos. muy poca. porque es claro que la pérdida subyuga. beautiful losers es el título de una novela que leonard cohen publicó en el 66, antes de ser un cantante famoso. y para mí, los perdedores son hermosos. ayer de noche, mientras intentaba sin éxito dormirme, se me ocurrió una idea que explicaba todo esto, pero la perdí.
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