
En casa a partir de las tres y después de un baño reparador, tirado en el sillón sin poder moverme: la etapa del Zoncolán, nada menos. Qué disfrute ver el ataque de Igor Antón a falta de siete kilómetros. Un ataque que nunca podré olvidar, el único que ha sido capaz de dejar de rueda a Contador. Confieso que terminé parado delante del televisor esperando verlo cruzar la meta, algo que parecía que no iba a pasar nunca, como los kilómetros.
Dicen que Zoncolán y Anglirú son los puertos más difíciles de Europa, e incluso que el de los Dolomitas es un poco peor. Casi 12 % de desnivel medio, 22% de máximo, sin ni siquiera un pequeño descanso donde recuperar un poco de fuerza. Un cartel que cruzaba la carretera decía: "Puerta del Infierno". Así debe sentirse y ahí, poco después atacó Antón. El ciclismo le debía una después de la caída del año pasado en la Vuelta a España, cuando la tenía casi en el bolsillo. Esto fue mágico, inolviable. Gracias. Así tendría que ser el ciclismo siempre.
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