Hace algunas semanas que el tema de los adjetivos que habría que escribir, o decir, antes, o después, del sustantivo Messi son tema de revisión. Creo que fue Guardiola quien instaló la cuestión a principios de marzo: "los adjetivos se los dejo a ustedes" respondió, más o menos, a los periodistas "yo ya no tengo".
El tópico de lo inefable tiene larga data en la historia de la poesía. Se sabe que el amor, la belleza, la pureza, son asuntos que no se pueden mentar en su total dimensión, instancias ante las cuales el poeta, extasiado, utiliza toda su artillería pero a sabiendas de que le faltarán las palabras.
Lo que complica aún más la cosa con Messi es que, si antes no se lo podía calificar y cada vez que juega (o, si no cada vez, muy asiduamente), se supera a sí mismo, la inefabilidad se agrava. Si es que algo puede ser más o menos inefable.
Pero además, todo ocurre tan rápido...
Los amantes de la épica disfrutamos como enanos quedándonos cortos una y otra vez con los adjetivos. Contaremos estas cosas a quienes no las hayan visto, con ayuda de internet, de youtube... como podamos, y de algún modo, nos las arreglaremos para exagerarlas, aunque parezca mentira. Ojalá que Messi siga dándonos días y noches incalificables (pero sólo con el barça, para que el diego de la gente, que dijo que "A Messi seguramente lo lleve de titular", se quede tranquilo de que nadie, nadie, nadie, le arrebatará su amada, y gorda, divinidad).
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