queremos mucho a david foster wallace. esta semana se cumplirá un año de su muerte y seguramente muchos medios especializados y blogs de fanáticos le harán homenajes. sobre todo en su país, estados unidos. el suyo es uno de esos suicidios que desarman; nos dejan pensando lo terrible que debe ser la depresión.
david foster wallace lo tenía todo. era un genio (no se trata de una alabanza al estilo iglesia maradoniana, me refiero a un coficiente intelectual por encima, muy por encima, de lo normal), poseia un talento creativo inconmensurable. su nivel de pericia técnica era inhumano, sobrehumano. NO era un artista incomprendido. sus libros eran exitosos. a los 46, se trataba claramente de la gran promesa cumplida de las letras norteamericanas. los editores lo mimaban. daba clases donde quería, sus alumnos lo adoraban. vivía con su mujer, a quien amaba profundamente, y sus dos perros, que eran como hijos para él, en el soleado estado de california. sus padres "perfectos" lo apoyaban en todo, siempre lo habían hecho. tenía muchos amigos que le demostraban su afecto constantemente y hacían largos viajes para acompañarlo en momentos difíciles. no consumía alcohol ni drogas (salvo las médicas) desde los 27 años.
ya que todo iba tan bien, en el 2007 decidió abandonar la medicación que venía tomando hacía más de 15 años para evitar los efectos secundarios. fue un año difícil: electroshocks, internaciones, tratamientos con otras drogas, nada funcionaba. para cuando volvió al nardil era demasiado tarde, la droga ya no le hacía efecto.
sus padres y amigos lo visitaron durante el verano. su estado emocional no parecía mejorar. otro escritor y gran amigo, jonathan franzen, lo llamó a finales de agosto para ver cómo estaba y se dio cuenta de que la cosa empeoraba. poco después, un día su mujer karen lo dejó solo con los perros por unas horas. cuando regresó a casa david se había colgado.
“no puedo quitarme la imagen de la cabeza” dijo su hermana. “david y sus perros, es oscuro. estoy segura que los besó en la boca y les dijo que lo sentía.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario