lunes, 11 de mayo de 2009

mi juego favorito

la primera novela es autobiográfica. es una ley que escuché hace mucho tiempo, en la universidad, de alguien que pretendía escribir la suya. a partir de entonces, cada vez que un escritor me gusta busco esa autobiografía. hay autores, tal vez proust sea el mejor ejemplo, que de tan autobiográficos hacen desaparecer su vida detrás de los libros; vida y obra se confunden de un modo insalvable al punto de dudar sobre su verosimilitud (el "zuckerman" de roth plantea un caso parecido). hay otros, flaubert o balzac por ejemplo, que son tan profesionales en su escritura, que cuesta trabajo ver rasgos de la vida en el fondo de la obra. lo más normal es un ida y vuelta que produce placer en los lectores como yo, desesperados por la peripecia vital, el consejo práctico, el tip al encontrar en una anécdota, en una ciudad, en un vecino, en un personaje, en una novia, en un gesto, la guiñada del autor. es poco probable, aunque yo no apostaría mi vida a ello, que, en su juventud, juan carlos onetti haya vejado y humillado, en una cabaña en un bosque un 31 de diciembre, a una adolescente temprana, sin embargo es difícil no ver al joven autor en el inolvidable párrafo inicial de "el pozo": eladio linacero oliéndose alternativamente los sobacos en la pieza de pensión caliente (linacero es onetti, claro que también lo son díaz grey o larsen). eso es lo hermoso del juego, adivinar al autor detrás, que hay de cierto y que no.


hace dos semanas me llegaron, con laura, desde buenos aires, las primeras novelas de dos de mis autores predilectos. se trata de "el juego favorito" (1963) de leonard cohen (montreal, 1934) y "la pista de hielo" (1993) de roberto bolaño (santiago de chile, 1953). las dos son autobiográficas en un porcentaje alto que para mí fue proporcional al nivel de disfrute. qué gran placer imaginar al niño cohen en su montreal natal, llamado lawrence breavman en el libro, verlo crecer en medio de la comunidad judía religiosa, intuir la adolescencia sin padre y la juventud mujeriega, ver al poeta famoso detrás del personaje, desubrir la vida del autor. en el caso de bolaño, el poeta chileno venido de méxico a barcelona, el tan mentado trabajo como sereno de un campamento en la costa brava, pero además, y esto se tal vez lo más interesante, el inicio de una forma de escribir (que llegará a su cumbre con "los detectives salvajes") y de esos dos amigos entrañables que son arturo belano y ulises lima.

en el caso de cohen, se trata de la novela de un poeta avezado pero joven narrador (menos de 30 años), y se nota. hay una preponderancia del lenguaje por sobre la forma, de las imágenes por sobre la historia. en bolaño, au contraire, ya vemos al narrador maduro, consciente de lo que hace, el poeta infrarrealista ha quedado atrás, aunque el libro abra con una cita de Mario Santiago. pero la estructura prima, la trama de esta original novela policial. en ambas, para quienes gustan de curiosear entre los fetiches, se trata de novelas magníficas, más allá de la calidad literaria (que para ser debuts es excelente).

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