El ciclismo debe ser el deporte que conlleva mayor sufrimiento a quienes lo practican. En este sentido, parece justo que el que esté preparado y dispuesto a sufrir más tenga mayores oportunidades de ganar. Claro que, si ese sufrimiento no paga, si el rival empieza a irse unos metros mientras se sube una pendiente de, digamos, 10%, mientras el oxígeno se acaba y parece que el corazón va a estallar, lo psicológico empieza a pesar, más allá del dolor físico que todo ciclista sabe sobrellevar. Durante muchos años, Lance Armstrong fue el rey en el territorio de dejar a los rivales parados y con la boca abierta mientras todo el peso del dolor les caía encima. En la edición número 100 del giro de italia, él es quien se queda atrás. Lance está sufriendo.
Los medios europeos, de los países con mayor tradición ciclista, que veían con desprecio como el tejano había llegado a robarles las joyas de su corona y tenían que cerrar la boca o hablar de dopaje, ahora se regodean en el escarnio. Desde que empezó el Giro, ya vamos por la séptima etapa, no han parado de narrar, con sorna, las desventuras de un hombre que pronto cumplirá los 38 años. Entonces Lance está sufriendo por partida doble.
Sus antiguos enemigos, los italianos Basso o Simoni, el español Sastre, acostumbrados a ir a su rueda en los alpes franceses hasta que a él se le ocurriera inflingirles el castigo y verlos sufrir, se han tranformado ahora en los torturadores. Luego de su impresionante victoria en el Alpe di Suisi, consultado sobre qué sentía al dejar atrás a Armstrong (que perdió más de dos minutos en esa quinta etapa), el ruso Menchov, otro viejo conocido, respondió: "¿Que qué siento cuando se queda Armstrong? Nada. Ni siquiera le veo". Lance está sufriendo.
En el puesto 25, 4 minutos con trece segundos por detrás de la maglia rosa, a casi cuatro minutos del mejor de su equipo, el Astana, su viejo compañero Levi Lipheimer, cuando todavía falta mucho y todo puede pasar, la pregunta que cabría hacerse es: ¿era necesario? “…Ésta no es la primera vez que me ocurre, otros años ya sufría así en las carreras de preparación. Claro, el Giro es una carrera importante, pero después de la lesión de clavícula tiene que ser así. Necesito obligatoriamente correr el Giro, acumular kilómetros de competición antes del Tour. En el pasado podía hacer malas Dauphinés Libérés y ganaba luego el Tour. Este año es en el Giro donde puedo ganar el Tour..." dice Armstrong. Habrá que esperar a julio, por ahora, lo que queda claro es que Lance está sufriendo.
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