"me parece que no hay para un escritor nada más íntimo, que no hay nada que lo conforme más, nada que sea él en mayor medida que esa voluntad enunciativa a la que me he referido, ese deseo violento que preside sus frases, ese mínimo y decisivo proununciamiento en su parlamento interior que hace que, repentinamente, la voz despótica de eso que se ha dado en llamar la literatura, y que es la literatura, empiece a hablar en vez de hablar él. Eso es lo que llamo Faulkner."
¡Faulkner eh! voluntad enunciativa ¡aha!
y en otro texto:
"Capitán Balzac (...) Dice que por influencia del café, de la noche, del deseo de gloria, que es deseo de texto, en pocas palabras, de todo el colocón estratégico que constituye la forma balzaquiana de escribir, "todo bulle, las ideas echan a andar igual que los batallones del Gran Ejército por el campo de batalla, y la batalla se riñe. Los recuerdos acuden a paso de carga, con los estandartes al viento; la caballería ligera de las comparaciones se despliega en espléndido galopoe; la artillería de la lógica hace acto de presencia con su bagaje y sus saquetes de pólvora; las ingeniosidades llegan como batallones de cazadores; los tropos se yerguen, el papel se cubre de tinta".
¡Balzac eh! colocón estratégico ¡aha!
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