domingo, 11 de septiembre de 2011

Una victoria contra la épica Niké.


Para los desconocidos...
Los desheredados...
Los que no llegaron...
Los que lo tenían todo y no pudieron conseguir nada...
Los que van por algo que no es ganar...
Los que piensan demasiado seguido en perder...
Los que se acostumbran...
Los que no quieren trabajar...
Los que detestan entrenar...
Los que odian el esfuerzo...
Los que van en contra de la épica del deporte de las marcas de ropa deportiva...
Los vagos...
Los rotos...
Los que se quedan en la cama...
Para todos esos, la victoria de Juanjo Cobo debería ser una alegría.
A ellos, debería estar dedicada.

Cobo, un hombre al que no le gusta exigirse, que se deprime, que no hace mucho pasó una semana en la cama, que estaba pensando en abandonar el ciclismo, hoy ha ganado la Vuelta a España de un modo completamente inesperado (tan inesperado que no puede dejar de generar algunas dudas, sobre todo pensando en el equipo en el que corre). Ha sido como un viento raro que dejó a todo el mundo con una media sonrisa en la cara, como cuando te cuentan un cuento que te alegra pero a medias y dices: "está bien, está bien".

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