martes, 6 de septiembre de 2011

Dice Félix de Azúa.

En el "Apendice sobre el futuro metropolitano" de su Baudelaire y el artista de la vida moderna.

"En los tiempos del ruido es aleccionador volver sobre aquella vieja estampa de la imaginería barroca: alguien se inclina sobre un libro, sobre un pergamino, o sobre un panorama. A su alrededor hay bullicio y estruendo; los estudiantes se emborrachan de cerveza en la taberna; los soldados copulan con las criadas; los mercaderes engordan la bolsa; los clérigos hinchan la panza. En un silencio imposible, unos hombres menospreciados se inclinan sobre libros, pergaminos y panoramas. En torno a esa figura mal iluminada gira furiosa la muerte y su estruendo. Fausto pide volver a empezar, aunque sea a costa de su condenación.

Pero hay una abismal diferencia: la figura barroca tenía como espacio el burgo, la ciudad amurallada y dotada de interioridad. La figura, ahora, no puede inscribirse en ningún espacio cerrado porque ya no hay murallas; las metrópolis están en todas partes, desparramadas como metástasis. La metrópolis está en todas partes porque ya no hay ciudad. En ese espacio indeterminado de la muchedumbre, algunos superhombres vivien amoralmente, y a la vista de todos, el ejercicio de su poder. Son frágiles, pero, como el monarca barroco, están protegidos porque a nadie le ha venido, todavía, la idea de su decapitación. Están, por lo tanto, atrincherados en la indiferencia de sus víctimas.

Éste es el sistema llamado "campo de concentración" diseñado por Hitler y Stalin en su etapa primitiva y llevado a la perfección por las democracias tecno-nihilistas. La absoluta visibilidad de las metrópolis, en donde nada escapa al ojo técnico y a su inmediata ehibición para las masas, crea un campo de oscuridad en lo externo a las metrópolis. El mundo externo está teñido, simbólicamente, de otro color y de otra religión: es un mundo negro, hindú, chino o islámico; es el mundo de la tieiniebla y de la opcaicdad. No representa ninguna amenaza porque sus habitantes tan sólo desean entrar en la zona visible, de modo que siempre puede pactarse con unos y con otros, con el fin de que se destruyan mutuamente."

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