El día empezó horrible. Yo quería estrenar mi nueva bicicleta así que salí de todos modos a las ocho y media de la mañana. Lloviznaba. Al llegar a Montgat llovía mucho y decidí volver. Cuando llegué a casa, mojado y con la bicicleta hecha un asco, paró. Luego salió el sol y el día se volvió ideal para ver la llegada de la Volta de Catalunya. Era como si el dios del ciclismo me estuviera diciendo, con el inflador en la mano: "dejá de hacer el ridículo y andá a ver a los que saben". Le hice caso.
Bajamos en Drassanes y nos posicionamos en primera fila, alrededor del monumento a Colón, para ver pasar cuatro veces a los ciclistas justo cuando daban la vuelta, cuando iban más despacio, cuando era posible reconocerlos. Alberto "solomillo de Irún" Contador ganó la general y Dumoulin la etapa al sprint.
El dios del ciclismo tenía razón.
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