El sábado subimos el Montseny con los amigos del Club Ciclista Gracia. Para mí fue todo un inicio en materia de subidas prolongadas. Ya sé que los que hacen ciclismo se reirán de mi "primer puerto de montaña", pero para alguien nacido en uruguay, una subida sostenida de más de una hora es practicamente impensable, además veníamos desde Barcelona y esos cincuenta quilómetros previos se sienten al empezar a subir. Debo confesar que se me hizo un poco largo. Subí muy bien, con buena cadencia y tratando de controlar las pulsaciones, hasta que perdí la rueda de un inglés que era el que tiraba de nuestro pequeño grupito de cuatro. Entonces decidí bajar un poco y terminar a mi ritmo pensando que faltaría poco. Ja ja ja, se reía de mí la montaña. Faltaba mucho y para agregar un poco de dramatismo a la situación, unas nubes bajas hacían que no se viera nada a diez metros y que uno tuviera la sensación de estar pedaleando solo en un lugar cercano a eso que los griegos denominaban el Hades. Me sentí un poco mal del estómago pero al final me pasó uno del club al que me pude reenganchar para hacer las últimas dos rampas y la bajada, en la cual se me congelaron las manos y los pies, con él.
Pero al final, hermosa experiencia; en la vuelta a casa estuve bastante entero y hasta entré en los relevos de los punteros del pelotón. Al llegar, un baño y listo para ver a Purito Rodríguez ganar en el Collet d'Allevard con una espectácular exhibición en los últimos quilómetros y su emocionante dedicatoria a Xavi Tondo.
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