
A pesar de Wikipedia, probablemente no muchos recuerden este segundo escalón del podio dentro de, digamos, cuatro o cinco años (siendo generosos), y casi nadie sepa hoy quién es Arroyo, un escalador gregario del Caisse d'Epargne (escudero de Alejandro Valverde) cuya mayor hazaña hasta ahora había sido una etapa de la Vuelta a España (lo que no es poco, claro está). Sin embargo, para él, este ES sin dudas un hecho histórico, porque ha aprovechado casi al máximo (el máximo hubiese sido ganar) la ausencia del líder de equipo. Y para todos, creo, este debería ser un Giro para recordar.
Para recordar es la etapa con llegada en Asolo y triunfo de Nibali (otro que hay que tener presente en la memoria), en la que Arroyo se hizo de la Maglia Rosa ("los sueños se cumplen y en ocasiones, el mundo es rosa" declaró ese día)...
Para recordar es la manera en que la defendió durante cinco etapas; incluyendo la subida, y sobre todo la bajada, del viernes al Mortirolo, con el impresionante trabajo que realizaron los hombres del Liquigas en su contra, Basso a la cabeza, arrebatándosela para lucirla hasta el final...
Para recordar es la forma en que defendió también su segundo puesto, encajando la pérdida como un líder experimentado, en un paso de Gavia cubierto de nieve...
Para recordar serán muchas de las alternativas que ha tenido esta competencia en sus tres semanas, incluyendo la salida obligada de Pellizotti, pasaporte biológico de por medio...
Pero cuando todos se queden con este segundo triunfo de Ivan Basso (el líder que vuelve a ganar luego del largo destierro, los cuentos de sus entrenamientos solitarios durante los dos años de sanción, contra viento y marea, toda esa épica post-doping...), yo me quedaré con el gregario que casi triunfa y para el que un segundo puesto es más de lo que hubiese soñado. Es una buena historia para recordar.