hoy, mientras iba en el auto, solo, a buscar a mi suegra al puerto, recorrí casi toda la rambla.
hacía un calor desubicado para agosto. la gente caminaba mirando para arriba, recibiendo al sol como a un maná.
pasando el gas, por el dique mauá, esa parte que tanto me gusta de la rambla sur con su alineación de farolas que los hindúes llamarían karma, me reconcilié con montevideo. tuve claramente esa sensación, lo dije en voz alta.
las dos visitas anteriores habían sido en verano con días frescos y lluviosos. ahora, en invierno, la ciudad me saludaba con su mejor cara.
me reconcilié con ella. aquí nací, esta es mi ciudad, el único lugar del mundo en el que no soy extranjero.
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