domingo, 6 de abril de 2008

bolaño es más bueno que borges

el gran poeta uruguayo eduardo milán me dijo una vez: "hay días en los que uno lee a borges y hay días en los que uno puede escribir". esto, que puede parecer un chiste, está muy lejos de serlo; la perfección, me refiero a la narrativa, de jorge luis borges es abrumadora y creativamente excluyente. después de leerlo uno queda imposibilitado para la escritura, no hay nada que aportar al mundo de la ficción luego de la obra del argentino. nada (y quien crea lo contrario es un desequilibrado soberbio). algo similar me sucede, a nivel de la novela, genero que el dios borges dejó abierto para los pobres de espíritu, con juan carlos onetti.

con roberto bolaño no pasa lo mismo. nuestra generación enloqueció por el chileno después de leer "los detectives salvajes", parecía una obra maestra. de ahí nos aventamos el todo y llegamos hasta el bolaño poeta (jorge herralde nos dio, el año pasado, la oportunidad de leerlo en su casi totalidad con "la universidad desconocida") e inclusive a esa cosa horrible que es el infrarrealismo. ahora bien, me encuentro releyendo los cuentos del volumen "putas asesinas" y me doy cuenta de que bolaño deja la puerta abierta. uno podría, en un ataque de soberbia, pensar "si tengo suerte y trabajo duro puedo llegar a escribir algo de esta calidad". entre otras cosas porque no es una calidad demasiado alta.

entonces, uno admira a bolaño por sus novelas, pero sus cuentos están a una distancia alcanzable. los pobres de espíritu nos sentimos reconfortados y por eso me parece que bolaño es más bueno que borges, porque se instaló a una distancia más humana. aunque, curiosamente, sus mejores cuentos son aquellos en los que se olfatea la admiración que tenía por el argentino (incluso se podría pensar que "la literatura nazi en América" es una novela que borges hubiese podido escribir y desechar por imperfecta).

llegaríamos de este modo a establecer dos categorías, a saber: la de los escritores que abren la puerta y nos invitan a entrar y la de los escritores que, cuando tocamos el timbre de sus obras pidiendo limosna, nos muestran todo lo que tienen y cierran la puerta detrás de ellos. así, tendríamos a borges de un lado y a cortázar del otro. a onetti en un barrio y a levrero en otro. a elizondo y a rulfo (cada uno elige cuál está de qué lado). faulkner y hemingway. salinger y capote. a kafka y a sus traductores. etc. etc. etc.

se me olvidaba decir que, en realidad, existe otra categoría, la más amplia, la que nos incluye a casi todos los que andamos golpeando las puertas y es la de los escritores malos.

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