martes, 10 de agosto de 2010

Dice John Berger.

Cada día más rojas
las hojas de los perales.
Dime lo que sangra.
No es el verano
pues el verano se fue pronto.
No es el pueblo
pues el pueblo aunque borracho en la carretera
no se ha caído.
No es mi corazón
pues mi corazón ya no sangra más
que la flor de la árnica.

Nadie ha muerto este mes
nadie ha tenido la suerte
de recibir un permiso de trabajo.
Les alimentábamos de sopa
No permitimos que durmieran en el granero
más pensamientos suicidas
de lo que es normal en noviembre.
Dime lo que sangra
tú que ves en la oscuridad.

Las manos del mundo
amputadas por el beneficio
sangran en
calles de matanza.

domingo, 8 de agosto de 2010

Este no es un blog de ciclismo.

Vaya para demostrarlo este poema de 1859 escrito por Emily Dickinson.

"¡Nuestras vidas son suizas-
tan tranquilas -tan frescas-
hasta que una extraña tarde
los Alpes descuidan sus cortinas
y vemos más lejos!
¡Italia está del otro lado!
¡Mientras tanto, como un guardia entre ellos-
los solemnes Alpes-
los Alpes sirenas
para siempre se interponen!"



(Pregunta: ¿qué porcentaje tendrán las rampas de los Alpes que describe la poetiza?)

jueves, 5 de agosto de 2010

Si, como afirman los cristianos, de verdad Dios se hubiese encarnado, debe haber sido alguien parecido a Chico Buarque.

Cuando yo era un niño, mis padres compraron en el Chui (decir Brasil sería pretencioso) el cassette cuya portada se observa aquí al lado. Un señor con aspecto de actor de serie de televisión norteamericana de los años setenta y fondo de helechos del mismo color que sus ojos: Chico Buarque.

¿Qué podía pensar yo de aquella obra? Nada. El mundo de los mayores permanece bastante ajeno a los niños. Pero, desplazamiento tras desplazamiento, aquella música era lo único que se escuchaba en el auto nuestro. Podría parecer abrumador pero no, todo lo contrario, ese disco era uno de los mejores discos de Chico Buarque y, por lo tanto, representaba, representa, un enorme placer al cual agradezco haber sido inducido sin querer. Todas y cada una de las composiciones son hermosas, las palabras precisas, las interpretaciones y los arreglos tienen esa perfección que, probablemente, sólo puede existir en Brasil o en Estados Unidos. Y la voz... la voz de Chico Buarque, que canta como si estuviese conversando contigo, con una tranquilidad artificialmente seductora, porque Chico es, antes que nada un seductor, y así, hasta un niño que no entiende nada (o entiende todo) puede sentirse atraído hacia él.

Pero todo eso yo no lo podía pensar entonces. En ese tiempo, me gustaban las melodías, más que nada las alegres, y las cantaba (sin entender lo que decían, en el más estricto sentido de la palabra entender), cantaba las melodías, no las palabras: "Feijoada completa", "Ate o fim", "Pivete" y, sobre todo "A pesar de voce". "A pesar de voce" era la apoteosis, y no sólo por ser la última canción: mi hermana, mi madre, mi padre y yo cantando en el auto.

Claro que lo que yo tampoco podía saber (tampoco puedo saberlo ahora pero lo supongo) es que seguramente mis padres habrían comprado ese disco por lo que significaba políticamente. Eso lo entendí más adelante, "A pesar de Voce" es el ejemplo más obvio y sólo puedo imaginar lo que significaría para mis padres, como para tantos uruguayos (y brasileros, obviamente), cantar aquellos versos luminosos en años tan oscuros ("todo ese amor reprimido, ese grito escondido, ese samba en lo oscuro"). Sin embargo, como suele ocurrir, esa canción, por su obviedad discursiva, es la que más fácilmente ha pasado al olvido.

Años después, en la adolescencia, rescaté ese cassette de un mueble viejo y me puse a escucharlo de vuelta. Ahí, la canción que más me impresionó fue "Cálice", escrita junto a Gilberto Gil y cantada con Milton Nascimento. Una verdadera maravilla de poesía, música e interpretación. Uno de esos momentos afortunados, de los que hay muy pocos, en la historia de esa cosa llamada canción popular (a pesar de los arreglos efectistas de esta grabación). En mi adolescencia me impresionaba mucho la vida de Jesús, su sacrificio, y los versos: "Quero inventar o meu próprio pecado/ Quero morrer do meu próprio veneno" (tan adolescentes) fueron de los primeros que hicieron una huella importante en mi comprensión del mundo.

Hoy sé que la canción tenía una buena dósis de carga política, el famoso juego de palabras de "cálice" con "cálese" (cállese) referido a la sensura, la bebida amarga, la sangre, todas esas cosas que, obviamente, pasaron desapercibidas para los sensores hasta que el disco fue un éxito y se pusieron a "pensar" por qué y lo sensuraron. Pero la obra de Chico Buarque es tan refinada que esa canción se puede escuchar todavía sin perder un ápice de su carga poética: Cristo, ese intermediario eterno entre el martirio divino y el martirio humano, resplandece del mismo modo en tiempos de democracia o dictadura ("quiero apestar a humo de aceite diesel, emborracharme hasta que alguien me olvide"). Es un ejemplo a seguir sobre el arte de crear tomando una posición política (cosa tan necesaria ahora como antes, tal vez más) sin dejar de lado la calidad y la perdurabilidad, algo que tiene que ver con los muchos sentidos que pueden tener las palabras, las imágenes y, sobre todo, las cosas que nos pasan en la vida (de la cual, lo digo para los que lo han olvidado, la política es parte fundamental).

Aquí una excelente versión (en audio e imagen, con tantas caras conocidas y jóvenes -menos Vinizius) que juega con el hecho de la sensura.

Si, como afirman los cristianos, de verdad Dios se hubiese encarnado, debe haber sido alguien parecido a Chico Buarque.



"Sei que há léguas a nos separar
Tanto mar, tanto mar
Sei, também, quanto é preciso, pá
Navegar, navegar
Lá faz primavera, pá
Cá estou doente
Manda urgentemente
Algum cheirinho de alecrim"

(me voy a poner a llorar)

miércoles, 4 de agosto de 2010

Dos respuestas de Félix de Azúa.

Félix de Azúa postea, en su altamente recomendable blog, las respuestas a unas preguntas que le envía la revista suizo alemana "ECOS". Dos de ellas, puesto a elegir, me parecen antológicas.

¿Cómo se imagina el arte del futuro?

Es imposible imaginar tal cosa, entre otras razones porque el futuro es también una figura del arte. El futuro como tiempo verbal sólo puede entenderse metafóricamente. Vivimos poéticamente cuando decimos, por ejemplo, "El año próximo me bañaré en la piscina de Lourdes", o bien, "Nos casaremos dentro de tres meses". No hay nada más allá de lo que ahora es, excepto nuestras narraciones. En ese punto creo que lo más sensato son las tesis sobre la historia de Walter Benjamin.

Quien sí parece estar en crisis es la filosofía. En las últimas décadas, los filósofos dan la impresión de haberse atrincherado en las universidades. Lejos han quedado los tiempos de un Sartre o un Camus. Fuera de las aulas, ¿cuál es, si la tiene, o debería ser la función del filósofo en la actualidad?

Tampoco estoy muy de acuerdo con la formulación de la pregunta. Hay en ella varios supuestos que me parecen difíciles de sostener. Por ejemplo: lo que sí está en crisis es la universidad, hasta el punto de haber desaparecido. Los grandes campos de aparcamiento de futuros parados que llamamos "universidades" no tienen la menor relación con aquel lugar en donde se aprendía a ser humano y que inventaron los góticos. No hay filósofos en sentido serio desde hace un siglo. El mismo Heidegger abominaba de la palabra. Hay, eso sí, "profesores de filosofía", que son los encargados de ese entretenimiento en los campos de futuros parados. Yo mismo lo he ejercido durante treinta años. Lo más notorio del pensamiento actual (en Alemania, por ejemplo, Sloterdijk y Zizek, en Italia Agamben, etc,) sólo muy indirectamente puede considerarse integrado en la universidad. Subsisten unos cuantos filósofos de estilo gótico en algunos Colleges británicos. Como todo en Inglaterra, es un admirable modelo de conservacionismo sólo comparable a los jardines de Capability Brown o a los beefeaters de Buckingham Palace. Todo lo cual demuestra que los filósofos son perfectamente inútiles para la sociedad contemporánea.

domingo, 1 de agosto de 2010

Mostró la hilacha.

Igual que en la antigua Grecia, en el olimpo deportivo también hay buenos y hay malos. Hay dioses que se llevan bien con los otros dioses y hay algunos cuya mala leche es proverbial. Este año volvieron al ruedo unas divinidades que antes eran iguales a Zeus, pero ya no están para esos trotes y han dejado claro que, cuando uno se acostumbra a ganar siempre, no es fácil perder.

En el reciente tour, después de la etapa en la que Lance se descolgó definitivamente de la competencia (mucho más cerca de la largada que de la meta, por cierto), pudimos apreciar un video, que por supuesto ya sacaron de youtube, en el que le tiraba la bicicleta encima a un simple mortal que iba caminando inocentemente. Ni lucha contra el cáncer, ni ayuda a los niños, ni ese nuevo look de hombre bueno que ha adquirido pudieron disimular su mal carácter.

Hace apenas una media hora, otro antiguo dios, Michael Schumacher, hizo algo mucho peor. Cuando su eterno escudero en Ferrari, Rubens Barrichelo, lo estaba pasando a 300 kilómetros por hora, le tiró el auto encima empujándolo contra el muro de boxes, en lo que, literalmente, es una maniobra asesina que, por fortuna, el brasileño pudo eludir sin daños. Como dijo Rubens después de la carrera: "Estuvo tres años fuera, no tenía necesidad de volver para hacer eso". Es importante recalcar que "eso" pudo haber provocado la muerte de un antiguo compañero de equipo.

A veces, acostumbrados a las derrotas, los loosers no evaluamos en toda su magnitud lo importante que es saber perder, pero en todo caso, es mucho más difícil que saber ganar.

(De "el Diego de la gente" mejor ni hablar, debe estar "chupando" alguna cosa por ahí)