Igual que en la antigua Grecia, en el olimpo deportivo también hay buenos y hay malos. Hay dioses que se llevan bien con los otros dioses y hay algunos cuya mala leche es proverbial. Este año volvieron al ruedo unas divinidades que antes eran iguales a Zeus, pero ya no están para esos trotes y han dejado claro que, cuando uno se acostumbra a ganar siempre, no es fácil perder.
En el reciente tour, después de la etapa en la que Lance se descolgó definitivamente de la competencia (mucho más cerca de la largada que de la meta, por cierto), pudimos apreciar un video, que por supuesto ya sacaron de youtube, en el que le tiraba la bicicleta encima a un simple mortal que iba caminando inocentemente. Ni lucha contra el cáncer, ni ayuda a los niños, ni ese nuevo look de hombre bueno que ha adquirido pudieron disimular su mal carácter.
Hace apenas una media hora, otro antiguo dios, Michael Schumacher, hizo algo mucho peor. Cuando su eterno escudero en Ferrari, Rubens Barrichelo, lo estaba pasando a 300 kilómetros por hora, le tiró el auto encima empujándolo contra el muro de boxes, en lo que, literalmente, es una maniobra asesina que, por fortuna, el brasileño pudo eludir sin daños. Como dijo Rubens después de la carrera: "Estuvo tres años fuera, no tenía necesidad de volver para hacer eso". Es importante recalcar que "eso" pudo haber provocado la muerte de un antiguo compañero de equipo.
A veces, acostumbrados a las derrotas, los loosers no evaluamos en toda su magnitud lo importante que es saber perder, pero en todo caso, es mucho más difícil que saber ganar.
(De "el Diego de la gente" mejor ni hablar, debe estar "chupando" alguna cosa por ahí)
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