jueves, 17 de junio de 2010

Que nadie se mueva.

El martes va a ser un día muy conservador en Uruguay. Todo el mundo tratará de repetir ubicaciones, vestimentas y hasta gestos que hicieron ayer de noche. Que si yo lo vi contigo, o lo vi solo, o lo vi en el bar, o en el trabajo, o no lo vi... Que si tenía puesta esta o aquella camiseta, este o aquel pantalón... Que si tomé Patricia, o pilsen, o fumé cinco o seis cigarrillos.

Familias enteras intentando recordar la precisa posición que cada uno tenía en el sillón. Amigos disputándose lugares frente al televisor, compañeros de trabajo discutiendo con los jefes sobre a qué hora hacer qué cosas, profesores y alumnos debatiendo cambios de horarios.

Es que después de veinte años de no conseguir una victoria mundialista, ganar tres a cero, aunque sea contra un rival muy malo y con una fuerte dósis de fortuna, o justamente por eso, por la fortuna, nadie va a querer sentirse responsable de un retorno al lugar de siempre. Los hilos de la urdimbre en que se tejen los tapices de la gloria son demasiado delicados para los uruguayos de la segunda mitad del siglo XX.

El aire del miércoles, si pudiéramos seguir respirándolo el martes que viene, pues lo haríamos. Para mí será difícil porque estaré trabajando y el partido lo vi en un bar bastante lejano del trabajo. Así que, compatriotas, si perdemos con México, ya saben, asumo toda la responsabilidad.

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