martes, 4 de noviembre de 2008

lo que le pasa a las palabras

cada lunes tenemos unas reuniones de status en las que el signo lingüístico "nicolás" es pronunciado decenas de veces. "hay que verlo con nicolás", "a nicolás no le pareció bien", "chequen la agenda de nicolás a ver si puede" "yo creo que debería ir nicolás". yo no soy el único en la oficina identificado con ese nombre, el otro es el vicepresidente de la empresa y director de planning. claramente es a él que refiere la enunciación y, entonces, yo dejo de existir. el significado "yo" del significante "nicolás", no "es", porque los hablantes al emitir ese vocablo no piensan en mí como el objeto de la realidad extralingüística al que remite el signo.

lo mismo le pasa a todas las palabras. por ejemplo, cuando se refiere al sistema de gobierno bajo el cual vivimos varios países del mundo como "democracia", aquella antigua estructura griega, el gobierno del pueblo, siente lástima de no ser considerada. cuando se dice dios y se piensa en diego armando maradona, alguien llora en el interior de un libro llamado biblia y llueve. cuando se dice pasión en un comercial de cerveza, san juan de la cruz se queda balbuciendo un no sé qué. cuando un adolescente escribe en un comentario en el flog de cumbio: "te amo, divina", los viejos trovadores provenzales se convierten en cruzados.

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