domingo, 19 de septiembre de 2010

Este año supo mejor el cava que el champagne.


Siguiendo las alternativas de la Vuleta a España 2010, uno se pregunta si no debiéramos esperar con menos fervor esa cita tan pop que ocupa al mes de julio, y centrar nuestras expectativas de rock'n'roll en grandes vueltas más en mayo y septiembre. La alta concentración de estrellas (y presiones) en el Tour de France provoca al final un inmovilismo que lo reduce todo a unos pocos minutos en una rampa pronunciada (el año pasado fue el Ventoux, este año el Tourmalet) en los que, al final, los marcajes son tan efectivos que termina no pasando nada. Mientras que en las otras dos...

El Giro de este año fue espectacular: Evans, Vinokúrov, Nibali, Basso, todos Maglia Rosa, todos en esa lucha incierta por quedarse con la victoria y hasta ese último protagonista inesperado y testarudo, David Arroyo, que nos sedujo a todos con su entrega en esa etapa con final en Aprica donde le arrebataron el liderazgo. Pero si el Giro fue rock’n’roll la vuelta fue power trio, con emociones intensas para todos los gustos.

Para resumirlo en un solo dato: la Malla Roja, que se estrenaba este año, cambió de portador ocho veces durante la competencia. Y, como el Giro tuvo a su héroe consentido en Arroyo, la Vuelta contó con el esfuerzo contagioso del gallego Ezequiel Mosquera que por fin ganó una etapa con su memorable ataque en la Bola del Mundo (ascenso que vi de pie y, por momentos, saltando), el día que será recordado por su esfuerzo y por el aplomo de un joven italiano que confirmó que está llamado a ser (si el doping o el antidoping lo permiten) uno de los grandes nombres de los próximos años, el ganador: Vincenzo Nibali.

Y en ese sentido también, al no tener tanta presión y dinero encima (aunque por supuesto que también lo tienen), el Giro y la Vuelta son el lugar donde se pueden aprobar las notas de las futuras estrellas. Nibali, siciliano de 25 años, es el primer italiano del Sur en ganar una gran vuelta, y viendo los eternos fracasos de su capitano, Ivan Basso, en el Tour, es probable que el Liquigas le asigne a él esa responsabilidad el año que viene, para probar algo diferente contra Schleck y Contador. Peter Velits, que completó el podio de este año con una excelente crono y demostrando que es capaz de sufrir en la montaña, es otro nombre que vamos a escuchar mucho. Kreuziger probó, como gregario de lujo de Nibali, lo decisivo que puede ser en la alta montaña y el año que viene, ya en el Astana, dará que hablar seguramente en el Tour.

Más allá de todo esto, siempre hay que agradecer la entrega y alegría de un ciclista como Joaquim Rodríguez, cuya lamentable crono opacó una vuelta brillante que le ha asegurado el primer lugar en el ranking de la UCI de este año. Y luego la notable vuelta que nos regaló el Euskaltel Euskadi, con el trabajo que venía realizando Igor Antón, líder de la general hasta el momento de su caída en Peña Cabarga (etapa con épica victoria de Joaquim Rodríguez), y con la emotiva victoria de Mikel Nieve en Cotobello.

En fin, que el Tour es el Tour y todos lo estamos esperando, pero tal vez habría que repartir pesos, de esfuerzos, estrellas y medios de comunicación, para que las emociones estuvieran también, más repartidas, porque como están las cosas ahora, el Tour de Francia las tiene en cuenta gotas. Y hablando de contar, Contador anunció su intención de correr la próxima Vuelta con su nuevo equipo, el Saxo Bank. Ojalá lo haga, eso sí, con un poco más de seriedad de lo que lo hicieron Menchov o los Shleck este año, que vinieron a rellenar el cartel y tomarse unas copas.

Y hablando de copas, para los amantes de la épica, este año, los brindis con cava tuvieron mejor sabor que los de champagne.

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