"En aquella época era habitual celebrar un oratorio en la iglesia principal de Cádiz durante la Cuaresma, y su efecto se realzaba con las siguientes preparaciones: Los muros, ventanas y columnas de la iglesia se cubrían de tela negra, y sólo una única lámpara iluminaba la sagrada oscuridad. A mediodía se cerraban las puertas y la música comenzaba. Tras una introducción adecuada, el obispo subía al púlpito, pronunciaba las Siete Palabras y desarrollaba una homilía sobre ellas. Una vez finalizada, descendía del púlpito y se arrodillaba delante del altar. En este intervalo de tiempo sonaba música. El obispo subía y bajaba del púlpito después de cada palabra, y cada vez que sucedía esto, la orquesta intervenía al final de su alocución. Mi composición tenía que adaptarse a esos preparativos. La tarea de escribir siete adagios, uno tras otro, con una duración de unos diez minutos cada uno y que no cansaran a los oyentes, no era fácil." A propósito de esa composición de belleza superlativa que es "Las siete palabras de nuestro salvador en la cruz".
(Lucas 23:34) Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes.
(Lucas 23:43) Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.
(Juan 19:25-27)“Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.”
(Mateo 27:46) Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: "Elí, Elí, lemá sabactani", que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"(Marcos 15:34) Y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz: "Eloi, Eloi, lamá sabactani", que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
(Juan 19:28) Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed.
(Juan 19:30) Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.
(Lucas 23:46) Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, espiró.
Pregunta: ¿Es el dolor la mejor causa del arte?
(causa como empresa y como inspiración)
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